martes, 7 de junio de 2011

Guión de "Un lugar en el mundo"


UN LUGAR EN EL MUNDO
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(Exterior. Día. Paisaje de Valle Bermejo. Pasa un autobús, en el que viaja un Ernesto joven .Títulos de crédito)
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(Día. Ernesto contempla el paisaje desde el interior del "micro". Continúan los títulos)
ERNESTO(Joven. Voz en off):No sé por qué vuelvo. No tiene mucho sentido volver después de ocho años, o casi nueve.
Volver a un lugar que ya no existe.Sigo haciendo cosas sin pensarlo demasiado, sinmedir las consecuencias.Más o
menos como vos. Las leyes de la genética no fallan, diría mamá. Cuando le dije que me venía, me miró como si
estuviera enfermo. Deformación profesional, supongo. Pero no hizo preguntas. Entendió menos cuando le dije que volvía
mañana, que ni siquiera me iba a quedar una noche. Entendió menos o entendió todo. Con la vieja nunca se sabe.
¿Para qué voy a gastar guita en hotel? El micro llega por la mañana temprano y se va a las diez de la noche. Tengo
doce horas de viaje hasta Buenos Aires para apolillar,y casi todo el día para pegar allí unos cuantos kilómetros, y tratar
de saber por qué vine.(El micro se detiene y Ernesto desciende. Lleva sólo un pequeño bolso de viaje)
ERNESTO (Joven. Voz en off) :Turista no soy. Los paisajes no me emocionan. De la gente conocida no queda casi
nadie. Amigos, ninguno. A lo mejor vengo nada más que para hablar un rato con vos.
(Ernesto alquila una bicicleta y emprende camino)
ERNESTO (Joven, off): Para contarte algunas cosas que me pasaron. Para decirte lo que pienso hacer. Estoy en una
edad de mierda en la que estás obligado a tomar decisiones, y justamente, lo que menos tenés ganas de hacer es tomar
decisiones. No te preocupes. No vuelvo para saber quién es mi padre. Ni para conocerte realmente. Ni para descubrir tus
zonas oscuras. No va por ahí la cosa. Siempre fuiste un tipo transparente. Sólido como una pared, pero transparente. Y
si a veces no te entendía, no era culpa tuya. No era culpa mía tampoco. Era muy chico para entender algunas cosas.
(Ernesto se detiene. Ha llegado hasta la entrada de la estancia de Andrada)
ERNESTO (Joven. Off): Cuando empecé a entender las cosas de los mayores fue porque,sin darme cuenta,había dejado
de ser chico. A lo mejor vine para acordarme bien de todo lo que pasó aquel invierno.Me gustaría conocer tu versión. Yo
conozco sólo parte de la historia. Algunas cosas las viví.Otras las escuché o las espié.A lo mejor vine porque me di
cuenta de que se me estaban borrando,y me dio bronca. No se puede ser tan imbécil. Hay cosas de las que uno no
puede olvidarse. No tiene que olvidarse. Aunque duela. (La cámara se detiene en el arco de madera que da entrada a la
propiedad de Andrada. Hay grabados unos signos hebreos)
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(Exterior. Día. Ernesto-niño corre con su calesa para ganar al tren)
ERNESTO: ¡Vamos, Dumas! ¡Vamos! ¡Vamos, Dumas! ¡Vamos! ¡Vamos Dumas!
El maquinista hace sonar la locomotora para que el niño desista)
ERNESTO: ¡Dumas, vamos! ¡Vamos, Dumas!
(Ernesto consigue cruzar delante del tren, con escasa ventaja. Detiene la calesa y levanta el brazo en señal de triunfo. El
maquinista le responde con un gesto de enfado)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la estación)
MAQUINISTA: Si quieres matarte, hacete paté la cabeza.
ERNESTO: Estoy entrenando para las fiestas.
ANDRADA: Me llevas todo esto al hotel, nene.
HANS: (A Andrada) Un momento. (A Ernesto) ¿Cómo te llamas?
ERNESTO: Ernesto
HANS: Yo soy Hans. Voy a pedirte un favor. Aquí dentro hay unos aparatos muy delicados, que se escoñan con, vamos,
que se estropean con mirarlos. Procura evitar los baches. Y si se te cruza un tren, un avestruz o una liebre, tú como si
nada, ¿de acuerdo?
ERNESTO: El tren pasa los sábados, y ya llegó. Y avestruces no hay.
HANS: Quedan las liebres.
ERNESTO: Y los baches.
HANS: (Riendo) Y los baches.
ERNESTO: No se preocup

HANS: Yo soy Hans. Voy a pedirte un favor. Aquí dentro hay unos aparatos muy delicados, que se escoñan con, vamos,
que se estropean con mirarlos. Procura evitar los baches. Y si se te cruza un tren, un avestruz o una liebre, tú como si
nada, ¿de acuerdo?
ERNESTO: El tren pasa los sábados, y ya llegó. Y avestruces no hay.
HANS: Quedan las liebres.
ERNESTO: Y los baches.
HANS: (Riendo) Y los baches.
ERNESTO: No se preocupe
HANS: Gracias.
JEFE DE ESTACION: (A Ernesto) Esto es para tu madre. (Le entrega un paquete) Cada vez le mandan menos.
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa al hotel)
HANS: ¿Se puede alquilar un coche por aquí?
ANDRADA: Ya está todo arreglado. Le doy uno mío.
HANS: No. Tampoco es eso.
ANDRADA: Si cambia de idea o se siente incómodo en el hotel, se viene a mi casa. Hay lugar de sobra.
HANS: No, no quiero incordiar.Si fuese por un par de semanas, todavía, pero es mucho tiempo. Acabaría usted
echándome.
(Descargan el equipaje de la calesa.Un empleado del hotel se lleva la bolsa con las piedras de Ernesto)
ERNESTO: Trae eso, que es mío. Las piedras son mías.
HANS: ¡Qué pasa? ¿qué pasa? Déselo, eso no es mío, eso no es mío.
ERNESTO: Te dije, tarado, que eran mías.
EMPLEADO: No insultés, nene.
HANS:¿Llevas piedras ahí? ¿Me enseñas una? ¿Juntas piedras, tú? Ah, es muy bonita. Yo también junto piedras.
ERNESTO: ¿Para qué?
HANS: Vivo de eso. Toma (le da dinero): Un día de estos me dejas probar lo del tren ¿eh? A ver si le gano ¿vale?
ERNESTO: Vale.
(Ernesto comprueba la propina excesiva)
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(Exterior. Día. Ernesto se dirige en calesa a la casa)
MARIO: (Le grita desde lejos) ¿Qué te pasó?
ERNESTO: Tuve que ir al pueblo. Enganché un viaje al hotel, un extranjero.
MARIO: ¿Turista? Acá no vienen turistas.
ERNESTO: No, es un geólogo alemán que viene a trabajar para Andrada. A buscar petróleo o algo así. Es alemán, pero
habla como un gaita.
(Ernesto entra en la casa. Se peina y se perfuma)
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(Exterior. Día. Ernesto se dirige en calesa al dispensario médico. Lleva el paquete)
ERNESTO: (A los que aguardan en el exterior) ¿Está atendiendo?
UNA PACIENTE: Sí, está con Elsa.
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(Interior del dispensario. Día.Ana pasa consulta a una paciente)
ANA: Si llegás a tener otra pérdida, te acostás y me mandás llamar, ¿mm? No te hagas la fuerte. ¿Estamos? Tomás
media pastilla de éstas al día y en dos semanas nos vemos.
PACIENTE: Gracias.
ANA: De nada. (La acompaña hasta la puerta) Patricia...
ERNESTO: Te traje las muestras.
ANA: Menos mal que todavía me queda algún amigo. Guárdalas en el armario. (A otra paciente) Hola.
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(Exterior del dispensario. Día)
ANA: ¿Sabés que a mí todo este asunto del petróleo me suena a delirio?
ERNESTO: Yo te digo lo que se dice.
ANA: Sea como sea, si está metido nuestro querido concejal Andrada, seguro que es algún asunto turbio.
ERNESTO: A lo mejor ni siquiera es geólogo.
ANA: Puede que no.
ERNESTO: Guita tiene. Me dio veinte dólares de propina.
ANA: ¿Tiene guita? No es geólogo. (Suben a la ambulancia) ¿Qué vas a hacer con tanta plata?
ERNESTO: ¿No les hace falta?
ANA: Guárdala. O cómprate un perfume, así dejás de usar el mío (sonríe)
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(Exterior. Día. Llegan Ernesto, Mario y Ana en el ambulancia a la puerta de la iglesia. Ernesto ve a Luciana, que llega
con sus hermanas pequeñas, y va hacia ella)
MARIO: (A Ernesto) ¿Qué hacés? ¿Vas a misa?
ERNESTO: Ya vengo.
ANA: No te metás.
ERNESTO: (A Luciana) Hola.
LUCIANA: Hola.
ERNESTO: ¿Tu hermanita, cómo sigue?
LUCIANA: Mejor, parece.¿No vas a entrar?
ERNESTO: No hay misa.
LUCIANA: Igual se puede rezar.
ERNESTO: No soy católico.
LUCIANA: ¿Sos judío?
ERNESTO: No, yo no. Mamá es judía. Papá no.
LUCIANA: ¿Y vos qué sos?
ERNESTO: Qué sé yo. Nada.
LUCIANA: Algo tenés que ser. ¿No creés en Dios?
ERNESTO: No
LUCIANA: Mira que sos raro, ¿eh? ¿Te quedás? Te veo después.
NELDA: (A Ernesto) ¿No querés entrar? Dale, no tengas miedo, si no te va a pasar nada.
ERNESTO: Córtala, Nelda.
NELDA: Aunque sea para pegarle un susto a tus viejos.
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(Interior de la iglesia. Día)
NELDA: Quiero decirles que el padre Damián pide que lo disculpemos, pero no podrá venir a dar misa hasta las fiestas
patronales. Avísenles a los que no están, y hagan una lista con los chicos que quieran bautizar o tomar la primera
Comunión. Los que quieran casarse, aprovechen para pensarlo mejor, y si alguno tenía intención de morirse, va a ser
mejor que se olvide por ahora. La cooperativa se reúne en el galpón. (Luciana se vuelve y observa a Ernesto, que asiste
a la reunión desde la puerta de la iglesia) Les pido por favor a los que tengan que reponer algo, que retiren sólo lo
indispensable, ya que no tenemos dinero para comprar nada hasta después de la esquila. Y la cosa viene un poco
complicada. Mario les explicará.
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(Exterior.Día.Mujeres y niños guardan cola para recibir medicinas que Ana y Nelda reparten. Mario está reunido con los
hombres de la cooperativa)
NELDA: (A un paciente anciano)...le recomiendo la miel. Es mejor y tiene más vitaminas. A su edad, el azúcar no le cae
nada bien.
ANCIANO: A mi edad no hacen falta vitaminas. La miel con el mate no va.
ANA: (Al mismo paciente) Bueno, me va a tomar estas pastillas, don Gregorio, ¿eh? Una por día. Le van a hacer
fenómeno. ¿Sí? ¿Las va a tomar?
MARIO: (A los reunidos) ...pueden presionar, pero no hasta el punto de sacarse la careta y que todo el mundo se dé
cuenta de que son ellos los que mandan. Yo les pido que aguantemos un poco más. Si alguno tiene un problema, lo
vamos a tratar de arreglar.
HOMBRE 1: No podemos demorar la esquila.
HOMBRE 2: No se puede, don Mario.
MARIO: Yo no digo eso. Hagamos la esquila, pero guardamos aquí la lana.
JUAN: La oferta de Andrada no es mala. ¿Cuánto podemos perder? ¿Un diez, un quince?
MARIO: Bueno, yo calculo un treinta por ciento, tal vez más.
JUAN: Bueno, será. Pero es mejor tener la plata en el bolsillo hoy que no dentro de un mes.¿Y si dentro de un mes no
quiere comprar?
(Se acerca Zamora al grupo)
MARIO: No creo pero, bueno, ése es el riesgo. Es el precio para no dejar que nos toquen el culo. Hacé lo que mejor te
parezca, Juan. Esto es una cooperativa, no una cárcel. Si querés abrirte, puah. Mala suerte.
ZAMORA: Perdone, don Mario. El doctor Andrada quiere hablarle. Dice que diga cuándo le viene bien acercarse por la
estancia, que él le espera.
MARIO: ¿No le dijo para qué era?
ZAMORA: Negocios, dijo. Urgentes, dijo también.
MARIO: Dígale al doctor que me va a tener que esperar unos días. Veinte o treinta. Hasta que sus amigos digan cuál va
a ser el precio de la lana. Entonces hablamos.
ZAMORA: Está bien; así se lo voy a decir.(A Juan) También me mandó un mensaje para usted, don Juan. Que cuando
pueda vaya a retirar el cheque. Si puede ser hoy, mejor.
JUAN: No voy a ir, Zamora. Decile al doctor que le vendí mi lana a la cooperativa. Que va a tener que hablar con don
Mario para lo que sea.
ZAMORA: Se lo digo. Pero...no le va a gustar.
JUAN: ¿Me estás amenazando?
ZAMORA: Yo soy hombre de paz, don Juan. Se lo digo como amigo.
JUAN: Se agradace, Zamora. Pero, que yo sepa, vos no sos amigo de nadie. Guárdate tus consejos.
(Zamora se aleja. Ernesto se decide a llevarle a Luciana un libro, antes de que se marche con su padre)
MARIO: Gracias, Juan. (A todos) Yo creo que nos va a salir bien. Andrada tiene que comprar, porque a su vez tiene que
vender.
ERNESTO: (A Luciana, que está subida en una calesa) Para vos.
LUCIANA: ¿Por qué me lo das?
ERNESTO: "El llamado de la selva". Lo tengo repetido.
LUCIANA: (Sonriendo) Gracias.
ERNESTO: Es muy lindo. Es de un perro, en Alaska. Te va a gustar. Cuando lo termines, me contás.
LUCIANA: (Mientras se aleja la calesa) Yo no sé leer, Ernesto.
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(Noche. Interior de la casa de Mario y Ana. Ernesto cuenta el dinero que le ha dado Hans. Ana se seca el pelo. Mario
cocina)
MARIO: No la guardes, Ernesto, porque no es tuya, ¿eh? La vas a devolver. El tipo se equivocó.
ERNESTO: Mamá dijo que estaba bien.
ANA: ¿Qué? ¿Qué dije yo?
ERNESTO: De la propina, que la guardara.
MARIO: Mamá también se equivocó. El tipo te dio esa cantidad porque no tiene la menor idea de cuánto vale la guita. Es
como si la afanaras. Además, es propina. ¿Por qué tenés que aceptar propina? ¿Eh? Cobrá lo que tienes que cobrar,
pero no aceptes limosna.
ANA: Tiene razón. Aguántate. A veces hay que saber perder. Eso no quiere decir que puedas usar mi perfume, ¿eh?
MARIO: ¿Qué perfume?
ANA: ¿Qué? ¿Perfume? ¿Quién dijo perfume?
MARIO: Eeh...No sé. Pongan la mesa que esto ya está, eh. Cada vez estoy peor del oído yo.
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(Noche. Ernesto está en su dormitorio, tumbado sobre la cama. Lee un libro)
ANA: Permiso. Chao, Erni. (Le besa) Que desacanses. ¿Por qué no te desvestís y te metés en la cama? Es muy tarde, y
tenés que dormir.
ERNESTO: No tengo sueño.
ANA: Pero después andás como voleado y no sabés lo que hacés. Estás durmiendo tres, cuatro horas. Te vas a sentir
mal. Hasta mañana.
(Ernesto cierra el libro)
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(Exterior de la casa. Primera hora del día. Mario prepara el pan en un horno. Él y Ernesto preparan el desayuno para los
alumnos que van llegando a la escuela. Izan la bandera)
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(Interior del "aula". Mario escribe en la pizarra mientras explica la lección. Ernesto asiste a la clase)
MARIO: ...cayó intensamente... durante... tres... días. Muy bien: La lluvia cayó intensamente durante tres días. Sujeto de
esta oración.
UN NIÑO: La lluvia.
MARIO: Muy bien. ¿"Cayó intensamente durante tres días" es el...?
NIÑOS: Predicado.
MARIO: Muy bien. Predicado.
(Ernesto observa a través de la ventana un coche que se acerca)
MARIO: ¿Y la lluvia? ¿Qué pasó con la lluvia? A ver, ¿qué hizo la lluvia? A ver, presten atención. ¿eh?
ERNESTO: Papá.
MARIO: Hay un verbo, ¿cuál es?
ERNESTO: Papá.
MARIO: ¿Sí?
ERNESTO: Es el geólogo.
MARIO: Vos, vení conmigo. (A los niños) Sigan terminando de copiar ustedes, ¿eh?
(Salen)
MARIO: (A Hans) Buen día.
HANS: Buenos días. Perdone, no era mi intención colarme hasta aquí.
MARIO: Está bien, no hay cuidado.
HANS: Es que ando un poco perdido. ¿Voy bien para el Valle Bermejo?
MARIO: Va bien. El camino pasa por el medio del pueblo.
HANS: No, no voy al pueblo...(Mira a Ernesto) Tú eres...qué haces por aquí? ¿Vienes a la escuela?
ERNESTO: No,vivo aquí. No tengo más remedio.
MARIO: Es mi hijo.
HANS: Aah. Pues lo tienes crudo, ¿eh?; vamos, por lo de faltar a clase, quiero decir. Pero no, no voy al pueblo. Voy al
Valle, a los campos de Andrada.
MARIO: Hay un desvío pasando por el pueblo, a unos diez kilómetros, más o menos. Pero con eso no entra, eh?
(Señalando el coche). No hay camino. Le haría falta una grúa de tracción.
HANS: LLegaré hasta donde pueda. Tengo buenas piernas.
MARIO: (Asiente) Ernesto quería decirle algo. Permiso, tengo que seguir con mi clase, ¿eh?
HANS: Gracias.
(Mario vuelve a la clase)
ERNESTO: Se equivocó. Me dio de más. (Le devuelve la propina)
HANS: Te di lo justo, te lo ganaste.
ERNESTO: Sí, pero...esto...es propina. Yo cobré por mi trabajo. No lo puedo aceptar.
HANS: (Toma el dinero) Está bien. Perdona, no...no quería ofenderte.
(Ernesto vuelve a la clase)
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(Mario, Ernesto y otro hombre ayudan a Hans a sacar su coche del barro, donde ha quedado atrapado. Se ayudan de
caballos)
ERNESTO: Vamos (tirando del caballo)
HOMBRE: Arre. Mecagüenla.
(Lo consiguen)
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(Exterior.Noche. La ambulancia se dirige a la casa. Hay luz en el interior. Dentro hablan Hans, Ernesto y Mario. Hans se
está cambiando de pantalón junto al fuego)
HANS: Bueno, creo que ha llegado el momento de meterme el orgullo hispánico en el culo y aceptar vuestra sugerencia.
Os alquilo el caballo.
ERNESTO: ¿A quién? ¿A Dumas? Dumas no se alquila.
MARIO: Le podemos preguntar a don Cosme. (A Ernesto) ¿Tiene alguno que valga la pena?
ERNESTO: El "Dandi". Los demás están todos para hacer salchichas.
HANS: ¿Lo puedo tener aquí? Porque el hotel está bien pero establo no tiene.
ERNESTO: Bueno, yo te lo cuido.
HANS: Vale; pues pídeselo por dos meses, o tres o cuatro tal vez, no lo sé.
MARIO: ¿Y qué vas a hacer en el Valle, Hans?
HANS: Petróleo. El concejal Andrada está convencido de que en sus tierras hay petróleo. Un delirio. Buah. Si no hay
nada, yo trinco la pasta y me vuelvo a Madrid.
ERNESTO: ¿A Madrid?
HANS: Ajá
ERNESTO: Yo soy de Madrid.
HANS: ¡Coño, no me digas! ¿Y eso?
MARIO: Estuvimos en Madrid ocho años. El nació allí.
HANS: ¿Y dónde vivíais en Madrid?
MARIO: Cuatro Caminos.
HANS: Ah, yo estoy al lado. La Plaza Castilla, la Colonia del Carmen.
(Entra Ana. Los hombres se levantan)
ANA: Hola.
MARIO: Ana, mi mujer. Ana, el amigo de Andrada, Hans Mayer.
ERNESTO: Hola
ANA: (Besa a Ernesto) Los amigos de Andrada no son bienvenidos en esta casa.(Besa a Mario) Hola.
HANS: Bueno, no, no soy su amigo. Sólo trabajo para él. De todas formas, ya me tenía que marchar.(A Mario)¿Me
prestas los pantalones?
MARIO: Hombre, claro.
ANA: No, si es verdad lo que dice no hace falta que se vaya. Discúlpeme.
HANS: Aceptadas las disculpas, pero sí, me tengo que marchar. (A Ernesto) Toma (le da dinero). Toma. Anda, cójelo, no
es un propina, es...(sonriendo) por haberme salvado de las arenas movedizas. Adiós.
ERNESTO: Adiós.
(Hans hace ademán de besarle la mana a Ana)
MARIO: (A Ana) Chao.
ANA: Chao.
(Se va Hans y Mario le acompaña)
ERNESTO: ¿Qué hizo? ¿Te besó la mano?
ANA: No. Me hizo así (Repite el gesto)
ERNESTO: ¿Así saludan en España?
ANA: (Ríe) A las princesas (Ahora habla sin acento argentino). Tu madre es una princesa y no te lo había dicho. Pero yo
he perdido mi palacio y este hombre me ha descubierto. Y no sé qué hacer con mi vida (Ríe)
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(Exterior. Día. Hans monta a "Dandi")
ERNESTO: Déjale las riendas flojas.
HANS: Vale.
ERNESTO: Manéjalo con las rodillas.
NAS: Muy bien. ¿Qué más?
ERNESTO: No le tires mucho, porque se empaca.
HANS: Bien.
ERNESTO: Lo que más le gusta es trotar, así que de vez en cuando, hacelo trotrar. Y no le tengas miedo, ¿eh?, porque
si le tenés miedo se da cuenta y perdistse.
HANS: Vale. ¿Y cómo dices, cómo has dicho que se llama?
ERNESTO: Dandi.
HANS: No, por si le gusta que le llamen por su nombre. ¿Y pa que ande?
ERNESTO: Taconéalo.
HANS: Hala.
(Hans se aleja a lomos del caballo)
HANS: ¡Vamos allá! (Da unas cuantas vueltas a galope mientras Ernesto le observa, y vuelve junto a él) Privilegio de
clase. Entre los niños bien siempre estuvo de moda tomar clases de equitación (Vuelve a alejarse al galope. Ernesto
entra en casa)
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(Mario y Ernesto llegan en calesa a la hacienda de Andrada)
MARIO: (A Zamora, que está trabajando) Buen Día.
ZAMORA: El patrón está en la ciudad. Hasta mañana no vuelve. Pero...si cambió de idea, puedo llamarlo por teléfono.
MARIO: No, no vengo a vender la lana, no. Quería hablarle de su hija.
ZAMORA: ¿De Luciana? Cómo no, diga.
MARIO: Me dice mi hijo que no sabe leer. ¿Nunca fue a la escuela?
ZAMORA: No.No, desde que murió su madre tiene que hacerse cargo de los chicos, de la casa, de la comida...Cuando
puede les da una mano aquí, a las mujeres. Se gana unos pesos. No son mucho pero ayuda.(Luciana les está
observando desde lejos). Ella es muy buena, muy trabajadora. No puede andar perdiendo el tiempo.
MARIO: No sería cuestión de buscarle la vuelta. Me gustaría que viniera a la escuela, aunque no fuera todos los días.
Hasta que aprenda a leer y a escribir nada más.
ZAMORA: ¿Ella se lo pidió?
MARIO: No, pero no creo que diga que no
ZAMORA: Lo que ella diga no cuenta. El que dice que no soy yo.
MARIO: Zamora, usted es un buen padre. No es fácil para un hombre solo sacar adelante los chicos como usted lo ha
hecho. Pero algún día se van a tener que defender solos,van a tener que pelear para ganarse el mango , y ahí se van a
acordar de usted. Cualquiera puede conseguir mejor trabajo que un analfabeto.
ZAMORA: Cuando Luciana sea mayor de edad, el patrón la va a poner de encargada, como lo fue su madre. No tiene
por qué andar por ahí buscando un trabajo mejor. En ningún lugar va a estar mejor que aquí. Lo que fue bueno para su
madre va a ser bueno para ella. No le meta ideas raras en la cabeza, don Mario. No se meta en mi vida.
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(Mario y Ernesto abandonan la hacienda en la calesa)
ERNESTO: ¿Es muy difícil enseñar a leer?
MARIO: Si el otro quiere y uno tiene paciencia, no.
ERNESTO: Vos me decís cómo se hace y yo le enseño.
MARIO: Está bien. Pero que no se entere el viejo. Si Zamora te pesca te va a sacar a patadas en el culo.
ERNESTO: No se va a enterar.
MARIO: Lo más importante es tratar de que el alumno no se aburra. En este caso, tu alumna. Podés usar el libro que le
regalaste. ....... siempre leyendo.
ERNESTO: ¿Y qué hago?
MARIO: Algo se te va a ocurrir.
(Se alejan en la calesa. Mario pasa el brazo por el hombro de Ernesto)
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(Exterior. Está anocheciendo.El coche de Hans se aproxima a la casa de Mario y Ana)
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(Interior. Noche. Hans enseña a Ernesto a clasificar sus piedras)
HANS: Be-tri-lo (Escribe el nombre en un papel). Es una variedad turbia de la esmeralda, ¿mm? Y aquí tenemos la
abuela del transistor. Piedra de galena. Es como si tuviera un japonés pequeñito dentro, ¿sabes? (Sonríe)
Unos cristales que la hacen sensible a las ondas de radio. O sea, con una aguja, unos cablecitos y un poco de paciencia,
pues puedes escuchar la radio, ¿mm?
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(Interior. Noche. En la cocina-comedor.Se prepara la cena)
HANS: (A Nelda) ¿Nunca tuviste problemas? (mientras prueba lo que se cuece en el puchero)
NELDA: Unos cuantos, por suerte.
HANS: ¡Hostia! Perdona, hermana, pero esta guindilla pica que rabia.
MARIO: No son guindillas. Es un ají redondo, pequeñito, muy picante. "Putaparió" le dicen.
HANS: ¿"Putaparió"? Pues se han quedao cortos.
NELDA: Por suerte el cura viene pocas veces. Me han llamado la atención, pero nada más. Pero si quieren, pueden
echarme de la congregación.
MARIO: Bah, no usa hábito porque es novicia.
NELDA: No uso hábito porque siento que pone distancia. Es comodecirle a la gente ¡ojo, porque yo no soy igual a
ustedes! y eso no tiene nada que ver con lo que yo pienso.
HANS: Ah, si es novicia todavía tengo una oportunidad.
NELDA: Soy monja, hecha y derecha.
ANA: Y se hizo para tenerte a raya. Aunque las monjas también pueden colgar los hábitos. O levantárselos.
NELDA:Cada vez que aparece un tipo que merece la pena, organizan una de estas cenas para engancharme. Pero no lo
hacen porque me quieren ,sino porque son ateos y anticlericales.
HANS: Pero eres muy guapa, Nelda. Cuesta creer que estés casada sólo con Dios y con nadie más.
MARIO: Te mató, Nelda, ¿eh? Con un caño te dio, ¿eh? Bah,retirá la chancleta...
NELDA: ¿Y qué hago? ¿Dejo todo y me voy a España?
HANS: Eh, eh, un momento, que yo todavía no he prometido nada.
ANA: Es una propuesta circunstancial.
MARIO: Sí, claro, un polvito.
ANA: Ey,che, no seás bruto.
NELDA: Ernesto, no escuches.
HANS: Hablando en serio, Nelda, ¿por qué te metiste a monja? Yo no advierto en ti ningún rasgo de misticismo histérico.
NELDA: Ahh. Otro hereje. Si no fuera monja, no podría hacer lo que hago. Me hubiera gustado tener una familia, pero,
bueno. Entre la familia y la gente, elegí la gente.
HANS: ¿Y nunca te ha pasado que, digo yo, nunca has sentido nada por nadie?
NELDA: ¿Enamorarme dices? Sí,creo, una vez. Pero...preferí no enterarme.
ANA: Se enteró, pero le dio pánico.
NELDA: Pánico de ser tu cuñada.
MARIO: No te des por vencido, gaita.
NELDA: Pero si no tiene un chance...si algún día cambio de idea, no va a ser con un hombre casado y con cuatro hijos.
HANS: Pero, coño, sor, ¿cómo sabes que estoy casao?
NELDA: Hombre, si a tu edad no estás casado...
HANS: Es que soy marica o estoy transtornado, ¿no? Pues no, hombre,ni lo uno ni lo otro. No, muy cuerdo no estoy,
pero casado sí. Dos veces. Y divorciado. No tengo hijos, y fíjate que...me jode no tenerlos. Ahora que... no me importaría
para nada reincidir contigo si me garantizas que tenemos una niña y que va a tener tus ojos.
MARIO: Puah. Me parece que...
ANA: Ernesto, no escuches.
MARIO:.... está listo, digo. Si quieren, pueden comer.
ANA: Ahhh (Ríen)
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(Interior. Tras la cena, en torno a la mesa)
HANS: Empecé a usar el Plaza porque estaba harto de repetir que no era alemán.
ANA: ¿Mayer Plaza va con "i" griega?
HANS: Sí.
NELDA: Suena bien. Mayer Plaza suena muy distinguido.
HANS: Sí. Suena a hotel de cinco estrellas. (Ríen) Ya no me preguntan si soy alemán. Ahora me dicen ¿Hans, del Mayer
Plaza? Me paso la vida explicando que no alquilo habitaciones.
ANA: ¿Mayer es judío?
HANS: No, nazi.
MARIO: ¿Nazi?
hANS: Nazi, sí. Mi padre era de la Legión Cóndor. Algún republicano le agujereó el avión y se tuvo que tirar en
paracaídas. Pero,claro, con las prisas se conoce que el hombre cayó mal y se le espachurró un poco la esvástica. Le
llevaron a un hospital. Mi madre era enfermera y le tocó cuidarle. El oficial pruisiano y la señorita bien se enamoraron.
Para él se acabó la guerra: desertó. Y a mi madre la desertaron. Quiero decir que su noble y adinerada familia le volvió la
espalda. Yo llegué a destiempo, como siempre. Cuando nací eran dos parias, no tenían un duro...
ANA: (A Nelda) Mango
HANS: ...hasta que cumplí la edad de Ernesto, ¿doce, no? hasta los doce años... las pasamos canutas.
ANA: (A Nelda) Muy mal.
NELDA: Ya entendí.
HANS: Peor que mal. Hasta que un día murió el abuelo. Y no se sabe si es que no quiso o se le olvidó desheredar a mi
madre. Fue maravilloso. Mamá era hija única y, de un día para otro, millonarios. Compramos un piso en Argüelles, dos
coches, una criada...una...mucama. Pero, se empezaron a aburrir. Al prusiano le dio por las chavalas, a la niña bien por
la ginebra...mi hermano, tres años menor,se hizo militar y yo anarquista. Descubrí mi vocación profesional eligiendo
piedras para tirárselas a la policía de Franco.(Ríen)
ANA: ¿Te hiciste desertor?
HANS: No, no, hice la mili. No tuve cojones para desertar.
MARIO: Bien por otro lado.
ANA: Te hiciste desertor igual que tu padre. Repetiste la misma historia. Desertaste de todo lo que se esperaba de vos.
MARIO: Hasta que mató al padre. Solamente entonces pudo ser él mismo, y realizarse como persona.
HANS: No,mi padre vive. (Ana ríe)
MARIO: No sabes en qué te metiste, gaita. En cinco minutos más te demuestra que estás equivocado. ¿No te dijeron
que aquí el psicoanálisis casero es más popular que el fútbol?
ANA: (A Mario) Vos pará con el vino.
MARIO:.........
ANA: Dentro de un momento va a decir "el mejor psicoanalista es un barman".
MARIO: El mejor psicoanalista es un barman.
(Hans ríe)
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(Interior. En un apartado, Mario le muestra a Ernesto cómo enseñar a leer, mientras el resto hablan al fondo)
MARIO: ...llamado. Mudo llama, dame, mide, ¿eh? Copia hasta aquí. Para empezar está bien.
(Mario se une al grupo. Ernesto les escucha, mientras sigue con su tarea)
HANS: ...una colega de...¿cómo se llama?
ANA: (Riendo, a Mario) ¿Cómo era?
MARIO: Sor Angela de la Cruz.
ANA: Eso. Un departamento antiguo, con una luz bárbara. Lindísimo. Y antes de eso vivimos casi un año en París. Pero
como Madrid no hay.
NELDA: Buenos Aires.
ANA: No. Nada que ver, Objetivamente no puedes comparar. Ahora, si empezás a meter los afectos en el medio, es otra
cosa.
NELDA: Yo no los meto. Los afectos están.
ANA: Pero también están en Madrid. Yo extraño más Madrid que Buenos Aires. Fuimos muy felices en Madrid. No sé por
qué carajo nos vinimos.
MARIO: Nos vinimos porque nunca nos fuimos. Teníamos que volver, no había otra.
HANS: ¿Qué estábais, con los montoneros?
ANA: Peronistas, no más.
MARIO: Ni siquiera eso yo. Izquierda infiltrada.
ANA: Los compañeros echaron a Mario de la facultad. Tenía una...una cátedra de Sociología y lo rajaron.
MARIO:.......No vale la pena hablar se eso ahora.
ANA: Después las cosas se empezaron a poner más feas...Empezó a desaparecer gente amiga. Amigos cercanos. Una
noche volvimos a casa y estaban los milicos adentro. Chafamos de milagro. Mmm. Nosotros chafamos (llorando), porque
a Ernesto lo engancharon. Ernesto era mi...mi hermano. No tenía nada que ver con nada. Me estaban buscando a mí.
Nosotros estábamos en Brasil en ese momento. Habíamos...estado guardados en Buenos aires y ...nos habíamos
cruzado a Brasil. No le...no le dijimos nada...a mi hermano para evitarle problemas. Fue peor. ¿Qué iba a decir si no
sabía nada, no?
(Silencio. Ana llora)
MARIO: ¿Hago más café?
ANA: No, lo hago yo (Se levanta)
MARIO: Hans, cuando tengas un poco de tiempo me gustaría que les hablaras a los chicos. Que les des una clase, una
charla sobre geología. Digo sin apuro,¿no?
(Ernesto se levanta y abraza a Ana)
HANS: Si acaso una charla, porque una clase...Yo no tengo paciencia para los críos. Además, esto de las piedras no se
enseña como las letras o los números.
ANA: Perdona la pálida, Hans, pero ya pasó, ya pasó (abrazando a Ernesto) ¿Mmm?
HANS: ¿La pálida?
ANA: La pálida, el mal rollo. Es el riesgo de caer en una cueva de ermitaños. Te gastan la oreja. Pero ya pasó, no te
preocupes.
HANS: No, no me preocupo. Y tú no te disculpes, al contrario. Yo creo que lo lleváis muy bien. Porque, ¿qué tiempo
hace que estáis aquí? ¿Tres años?
MARIO: Cuatro años.
HANS: ¿Cuatro años? En un sitio como éste. Yo no estaría pálido, yo estaría cirrótico, y hablando solo.
NELDA: No tiene nada de malo. Es un lugar como cualquier otro. Ni mejor ni peor.
HANS: Eso sí es misticismo. Pero en vuestro caso es más complicado, porque...yo entiendo Madrid; vamos, que dejárais
Madrid. ¿Pero por qué Buenos Aires? Vosotros no sois hippis, ni verdes, ni monjes franciscanos.
MARIO: Era cuestión de elegir, Hans. Vivir como turistas en tu país, o vegetar como profesionales de clase media en
Buenos Aires. Nelda tuvo la culpa. Nos habló de lo que estaba haciendo aquí, y de que se sentía sola... triste,
abandonada...Y no convenció.
NELDA. Eso es una vil mentira. Fue idea de ellos.
MARIO: Teníamos unos dòlares ahorrados en España y...con eso arrancamos la cooperativa. Levantamos el galpón de
la capilla, financiamos las primeras compras comunitarias. Lo que hacemos es concreto, se ve, y eso...te hace sentir muy
bien. Se extraña, pero se aguanta.
HANS: O sea, que en estos momentos, entre vosotros tres controláis la educación, la salud, la fe y la economía de Valle
Bermejo y sus alrededores, ¿no?
ANA: Dicho así suena peligroso. Por favor, no lo repitas porque podemos tener problemas. No controlamos nada.
Ayudamos un poco nada más.
HANS: Detrás de esa modestia veo flamear las rojas banderas de la revolución. ¡Proletarios del mundo, seguid nuestro
ejemplo!
MARIO: Bah, ¿qué proletarios? Ni siquiera campesinos... Algunos arriendan, pero la mayoría de los ovejeros de la
cooperativa son pequeños propietarios. Yo hubiera preferido otra cosa, pero buah, algo es algo.
HANS: Por algo se empieza. El reguero de pólvora: el pueblo, la ciudad, la provincia, el mundo...
NELDA: Dios te oiga.
HANS: Vuestro idealismo es acojonante.
NELDA: ¿Y eso qué es, bueno o malo?
HANS: Es de otra época. De otro mundo.
ANA: ¿Pero vos te creés que es de otro mundo que los chicos mueran de desnutrición? ¿Vos te creés que vienen a la
escuela porque quieren aprender? No. Vienen porque aquí, por lo menos, comen una vez al día.
HANS: Bueno, pero hay que ser realistas, coño. Esto es el sur de Río Grande, camaradas.
ANA: Si no te importa, compañeros.
HANS: Cuando repartieron el mundo, a vosotros os tocó la peor parte...¡Compañeros!
NELDA: Pareces un cura fascista vos: Dios lo ha querido así, hijos míos. Jódanse.¡Y no chillen!
HANS: No, Dios no. Las multinacionales.
MARIO: No discutas con las chicas, Hans. Son feroces y te van a machacar.
ANA: Se lo tiene merecido.
MARIO: Al final, estamos todos en el mismo bando. Con los que perdieron. Yo no digo se perdió una batalla , pero no la
guerra. Yo digo: si la guerra se ha perdido, por lo menos me quiero dar el lujo de ganar una batalla, ¿mm?
HANS: Contigo sí que no hay quien pueda. ¿eh?
ANA: (Ríe) Con Mario sí. Vos sos un machista además.
HANS: Primate. La guerra la ganaron los primates. La fuerza de la especie contra Cristo, contra Marx, Contra Bakunin.
La vuelta triunfal a la noche de los tiempos. Cada uno a su árbol y a luchar. Libertad, fraternidad...¡Leches! Suena muy
bien, suena muy bien, pero es aburrido. Somos primates, y no podemos cambiar. El riesgo nos hace sentir vivos. El
riesgo, la aventura, la lucha por la vida. Nada nos divierte tanto como aplastarle la cabeza al que tenemos al lado y
comerle el hígado. Eso sí, con un poquito de ajo y perejil, para que resulta hasta civilizado.
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(Exterior. Día. Ernesto repite la carrera con el tren)
ERNESTO: ¡Vamos Dumas!
MAQUINISTA: ...que lo parió.
ERNESTO: ¡Vamos Dumas!
(El maquinista hace pitar el tren. Ernesto vence y levanta el brazo en señal de triunfo)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la estación. No hay ningún trabajo para él)
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la hacienda de Andrada. Toma un cuaderno y busca a Luciana en el interior,
asegurándose de que nadie más le ve. Luciana está amasando.)
ERNESTO: Luciana.
LUCIANA: ¿Qué haces acá?
ERNESTO: ¿Está tu papá?
LUCIANA: Los sábados recorre los puestos. No viene hasta la noche.
ERNESTO: No le digas que estuve. Te traje unas cosas. (Le entrega el cuaderno a través de la ventana) Te voy a
enseñar a leer, si vos querés.
LUCIANA: No sé, soy muy burra. No quiero que pierdas el tiempo.
ERNESTO: Hagamos la prueba.
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(Interior del granero. Día.Luciana y Ernesto están sentados sobre unos sacos. Luciana escribe torpemente, mientras
Ernesto la observa)
LUCIANA: Me cuesta mucho. Ya te dije, soy muy burra.
ERNESTO: No, no es eso. Es que sos zurda. A los zurdos les cuesta más. ¿No ves que todo está hecho para la mano
derecha? Si fueras judía, no tendrías problemas, porque leen al revés.
LUCIANA: ¿Escribes en judío también?
ERNESTO: Algo, palabras sueltas.
LUCIANA: Escribime algo.
ERNESTO: No, ahora no. Otro día. Dale, sigue con eso.
LUCIANA: Me estás macaneando. No sabés.
ERNESTO: Dame un papel.
(Ernesto se acerca y comienza a escribir signos hebreos)
LUCIANA: ¿Qué es?
ERNESTO: Lo canta mi abuela siempre. (Canta en hebreo) Es una canción de cuna o algo así.
LUCIANA: ¿Qué quiere decir?
ERNESTO: Linda como la luna, brillante como las estrellas. (Se miran) Dale, seguí con eso.
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(Interior. Día. Mario y Ernesto sirven el desayuno a los alumnos de la escuela)
ERNESTO: Chicos, tomen despacio, porque está muy caliente.
MARIO: A ver, si quieren más, me piden, ¿eh? Ya está, eso es.
(Ernesto ve a través de la ventana el coche de Hans que se acerca. Entrega el recipiente de la leche a un alumno y sale
a su encuentro)
ERNESTO: Tomá. Seguí sirviendo vos.
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(Exterior. Día. Hans carga sobre el caballo los instrumentos de geólogo
ERNESTO: ¿Y esta caja para qué es?
HANS: Un teodolito. Su regleta, su trípode...Se usa para medir. Pero no sirve explicártelo. ¿Por qué no te vienes
conmigo y te enseño cómo funciona? (Monta al caballo)
ERNESTO: Pero ahora no puedo, estoy en clase.
HANS: Pues cuando termines, te vienes. ¿Te gustaría ser geólogo?
ERNESTO: ¿Se gana mucha plata?
HANS: Bah, depende, como en cualquier trabajo. Un poco de talento, un mucho de suerte, un mucho de sí señor...Si lo
que te importa es el dinero, tendrás dinero. Serás un mierda de tío como yo, pero...tendrás dinero. Arre.
(Se aleja)
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(Exterior. Día. Ernesto llega a caballo al lugar donde Hans está trabajando. Se acerca a él a pie)
ERNESTO: ¡Hans!
HANS: Hola. Creí que ya no vendrías.
(Ernesto ojea unos planos que están extendidos sobre el suelo)
HANS: Tengo algo para ti. Mira .Un equinodermo.Un fósil. Para tu colección (Se lo entrega) Si buscas por aquí, vas a
encontrar más.
ERNESTO: ¿Estos planos para qué son? ¿Andrada quiere hacer un dique?
HANS: No...me los dio por si me servían para algo.Son de un viejo proyecto. Ya no tienen ningún valor. Andrada no
quiere agua, quiere petróleo. Le gusta el dinero. Como a ti. Anda,ven, que te voy a enseñar cómo funciona esto. Camina
con respeto, estamos pisando el fondo del mar ¿Mm?(Ríe).Ven aquí. Mira por ahí.
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(Interior.Día.Hans está dando una clase a los alumnos de Mario, que está presente. Habla apoyándose en el dibujo del
lencerado)
HANS: ...núcleo externo, manto y corteza. Seguramente a vosotros, como a casi todo el mundo, la montaña os aburre. Y
como no estamos aquí para aburrirnos, vamos a caminar sobre una bola de fuego. Apasionante, ¿eh? Toda una
aventura, ¿a qué sí? (Llega Ana. Observa desde el umbral de la puerta) ¿Y si yo os digo que ya lo estais haciendo?
Todos los días, día y noche. Camináis sobre una alfombra muy gorda, pero en realidad, pisáis fuego líquido. Y es que,
aunque parezca un cuento chino, nada se está quieto.Ni nada es lo que parece. Por ejemplo, se dice que cuando uno les
habla a las piedras es porque está loco, y es cierto en parte, porque no es uno el que tiene que hablarles. Tiene que
dejar que hablen ellas. Claro que, para hablar con las piedras, primero hay que conocer su idioma. Pero también pasa
eso con la gente ¿o no? Esta piedra (la muestra) ¿De qué me habla a mí esta piedra? (Se la coloca en la oreja) ¿Mm? A
ver a ti (hace lo mismo con algunos niños) ¿Te dice algo? ¿no? ¿y a ti? ¿A ti te dice algo la piedra?
NIÑO: No.
HANS: ¿No? ¿Y a ti? por ahí, ¿no oís nada? Yo sí. Yo sí la oigo, porque conozco su idioma. Me cuenta historias. Me
habla de millones de años. De tormentas de viento. Y de lluvia. Veo cielos oscuros. Y relámpagos. Y animales, y plantas
que, como esta hoja, ¿eh? ¿veis la hoja? ¿eh? han sido arrastrados por la tormenta y se han ido amontonando poco a
poco hasta formar esto. Esto, que parece una piedra tonta (Mirando a Ana).
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(Exterior. Día. Hans continúa su charla. El grupo de niños le rodea.Están sentados en el suelo. Mario, de pie, contempla
el paisaje de tierra roja)
HANS:Nada es tonto. Nada es insignificante. El hielo, por ejemplo, es el peor enemigo de la montaña. Cuando llueve, el
agua se mete en las grietas,y al llegar la noche, se hace hielo. Aumenta de volumen. Y rompe la piedra. Poco a poco, la
deshace. La montaña lo sabe, y se queja. No puede defenderse, pero se queja. Antes de la tormenta, se oye un
zumbido. Canto de abejas, le llaman. Porque es como un chisporroteo, como...como el zumbido de las abejas. Algunos
dicen que es que el aire se carga de electricidad, pero a mí me gusta más creer que es la montaña, que se queja.
Cuanto más se sabe, más cerca se está de la magia.
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(Interior. Día. La explicación de Hans a los niños prosigue. Mario, Ernesto y Ana están presentes)
HANS: Esto no es mágico (lleva el aparato en la mano), pero es fantástico. Esta lucecita se llama luz ultravioleta.Con ella
bajamos al fondo de las cavernas y paralizamos a los monstruos. Acercaos, acercaos todos, acercaos (Los niños
obedecen). Pero no solamente, eh, escucha tú, escucha tú...pero no solamente paraliza a los monstruos esta luz. Sirve
para otras cosas. Pero para comprobarlo, tenemos que estar a oscuras. Completamente a oscuras. Ernesto, apaga la
luz. (La habitación queda a oscuras) Sólo a oscuras se puede ver el alma de las piedras. (Va pasando el aparato por
encima de las distintas piedras, obteniendo diversos colores) ¿Eh? Mira, mira, mira...¿Veis? ¿eh? Mira ésta. ¿Veis?
Cada una tiene el alma de un color. Y de una forma distinta, ¿eh? ¿mm? Esta se llama axinita, que viene del griego. O
sea, que los antiguos griegos, cuando le hablaban a esta piedra, pues la llamarían axinita, o algo así. Verás, toma (A un
niño) Manéjala tú¿eh? Pero con cuidado, no la miréis. A esta luz no se le puede mirar de frente. Hace daño a los ojos.
Con la gente no sirve, chavales. Sólo funciona con las piedras. Para la gente todavía no se ha inventado nada. (Mientras
dice esto, mira fijamente a Ana)
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(Interior. Día. Ernesto prueba a afeitarse por primera vez frente al espejo. Se hace un corte en la mejilla a propósito, y
coloca una tira de papel sobre la herida. Sonríe al espejo)
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(Interior. Día. Hacienda de Andrada.Ernesto y Luciana están sentados juntos, sobre los sacos)
ERNESTO: (Leyendo muy despacio) Una- y- otra- vez, al- ob- servar- los- brutales- castigos, Buck- entendió- la-lección.
Un-hombre- armado- de- un- garrote- era- el- que- dictaba- las-leyes. Un- amo- que- bebía- ser- obedecido- aunque-no-
necesariamente- amado.
LUCIANA: ¿Qué te pasó en la cara?
ERNESTO: ¿Dónde? Ah, nada. Me corté afeitándome.(Continúa leyendo) No- necesariamente- amado. De-este-
sentimiento, Buck- nunca-fue-culpable.Pero-vio-a- otros- perros- vencidos-a-golpes-que- adoraban-al-hombre-y-
meneaban- el- rabo- y- le- lamían-la-mano.(Termina de leer) Dale vos, ahora. Una y otra vez...
LUCIANA: U-na-y-o-tra-vez-al-ob-obs
ERNESTO: Observar. Al mirar.
LUCIANA: Ya sé que es mirar. no soy tarada.
ERNESTO: Está bien. Seguí.
LUCIANA: Al-ob-ser-var-los-brut-brut...No puedo.No puedo, no sigamos.
ERNESTO: Dale. Probá otra vez. Te lo vuelvo a leer, ¿querés?
LUCIANA: No, déjame.(Se levanta)
ERNESTO: Seguimos otro día. Pero hacé los ejercicios, ¿eh? Eso te va a ayudar.
LUCIANA: No puedo, no tengo tiempo.
ERNESTO: A la noche, antes de acostarte.
LUCIANA: No puedo, me duermo. Mira, Ernesto, mejor lo dejamos.
ERNESTO: Hay gente que estudia de noche. Y estudia cosas mucho más difíciles que leer. Hay que tener ganas, nada
más.
LUCIANA: Yo tengo ganas. Pero no puedo.Me cuesta mucho. Soy muy burra, ya te dije.
ERNESTO: Ah, ¿Y no te cuesta limpiar la mierda de los patrones? ¿Eso te gusta? ¿Vas a seguir así toda la vida?
LUCIANA: Alguien tiene que hacerlo.
ERNESTO: Pero no vos.
LUCIANA: Aunque aprenda a leer y a escribir, lo voy a seguir haciendo. Yo no voy a salir de acá.
ERNESTO: ¿Quién lo dice? ¿Tu viejo? Tu viejo porque nació para esclavo, pero vos no.
LUCIANA: ¿Por qué no? ¿Porque vos lo decís? Dejame tranquila.Si leo o no leo,o sigo limpiando mierda, es cosa mía, y
a nadie le importa.
ERNESTO: A mí sí. A mí sí me importa.
LUCIANA: ¿Por qué?
ERNESTO: Porque sí.
(Luciana se aleja)
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(Exterior. Día. Se está realizando la esquila, con tijera. Se recoge la lana y se pesa. Colaboran todos)
MARIO: Mantenedlo en setenta kilos. ¿Qué pesó?
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(Interior de la iglesia. Día. Se celebra una misa. El sacerdote reparte la Comunión. La toman Nelda, que viste hábito, y
Luciana. Ernesto lo observa desde la puerta)
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(Exterior. Día. Una pancarta anuncia las fiestas. Hay ambiente de feria.)
JUAN: Está en forma, te felicito.
MARIO: Mérito de mi hijo.
ANDRADA: ¿Te das cuenta, Valdejo? Con ese mastungo nos piensan ganar.
MARIO: Apueste, Andrada. Apueste.
ANDRADA: Está bien. Aunque no me gusta robarles a los pobres voy a apostar. Venga, Juan. Vamos a tomar unos
vinos, que el amigo de Buenos Aires quiere conocerlo.
MARIO: No te dejés sobornar, Juan.
ANDRADA: Eso sería tirar el dinero. ¿Ya pensaron lo que van a hacer con la lana, Domenicci? La oferta sigue en pie.
MARIO: ¿No decía que no le gusta robarle a los pobres? Cuando salga el precio oficial, hablamos
ANDRADA: Cuando salga el precio oficial se van a meter la lana en el culo.
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(Los cooperativistas van depositando dinero en la caja que Ernesto va pasando)
LUCIANA: No puedo creer que nadie se guarde nada.
ERNESTO: Si se guardan algo y los descubren, quedan afuera. No vale la pena arriesgarse.
LUCIANA: Papá dice que ustedes son comunistas. Que engañan a la gente. Lo único que hacen es armar bulla.
ERNESTO: ¿Y vos le creés? Tu papá repite lo que le oye a Andrada. ....Es él el que engaña a la gente.
(Se acercan al grupo de Nelda, Ana y Mario)
MARIO:...está que trina. Hay dos señoras con él que te están poniendo a parir por el asunto del hábito.
NELDA:...qué mierda sabrán.
MARIO: Ese lenguaje es poco piadoso hermana, ¿eh?
(Andrada está convidando a Juan a vino)
ANDRADA: Vamos, hombre, no me va a despreciar. Eche, compadre, échele sin asco, que hay que festejar.
ZAMORA: Luciana, ¿qué pasó? ¿Los chicos dónde están? ¿Ya comieron?
LUCIANA: Ya los traigo. Están jugando.(A Ernesto) Espérame en la capilla.
(Hans ha contemplado la escena. Mira con complicidad a Ernesto, que le sonríe)
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(Interior de la capilla. Día. Entra Ernesto. Luciana le espera sentada en un banco)
ERNESTO: ¿Qué pasa?
LUCIANA: Vení (Le toma de la mano. Le lleva tras el altar. Se sientan. Luciana abre el libro y comienza a leer, muy
despacio) U-na-y-o-tra-vez-al-ob-ser-var-los-bru- tales-cas-ti-gos- Buck- en-ten-dió- la- lec-ción. Un-hom- bre-ar-ma-do-
de-un-garro-te-era-el-que-dic-ta-ba-las-leyes.Un-amo-que-de-bí-a-ser-o-be-de-cido-aunque-no- ne-ce-sa-riamente-a-
mado.(Le besa) Gracias.
ERNESTO: (La besa también) Leíste muy bien.
(Se besan otra vez. La puerta de la capilla se abre . Entran Nelda y el sacerdote)
SACERDOTE: Yo entiendo lo que usted dice, pero no hay nada que justifique que usted se niegue a usar los hábitos. Es
elemental. Es lo que hace que su palabra sea la Palabra de Dios.
NELDA: La Palabra de Dios es la Palabra de Dios Padre, y si ellos no la oyen no es porque yo no use hábito. Dios es
para los humanos, y antes que hablar de Dios, tengo que conseguir que vivan como seres humanos. (Descubre a
Ernesto y Luciana escondidos tras el altar) Pase, padre. Espéreme un momento. Enseguida estoy con usted. (A los
niños) Esto es lo único que faltaba a mí. ¿Qué estaban haciendo?
ERNESTO: Estábamos leyendo.
NELDA: Sí, claro. Cuando yo entre en la sacristía, rajen. No quiero que los vea el cura.
(Los niños obedecen)
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(Exterior. Día. Zamora monta el caballo con el que va a correr la carrera)
MARIO: Oiga, Andrada, ¿y Juan?
ANDRADA: Le vi hace un rato. Andaba festejándolo.
ANA: ¿Qué van a apostar los señores?
HOMBRE: A Jengibre.
ANA: Al Jengibre.
ANDRADA: Diez mil al Jengibre. ¿Nadie la enfarda?
(Se acerca Juan. Viene borracho)
ERNESTO: Ahí viene.
JUAN: Aquí estoy. Aquí estoy. No pasa nada, ¿eh? Venga, Dumas
ERNESTO: Este es Dumas.
MARIO: La hizo buena, Andrada, ¿eh?
ANDRADA: Yo no hice nada. Se mamó solo.
JUAN: No estoy mamado. Estoy contento. Y aunque esté mamado, a Zamora le gano igual.
MARIO: Con cuidado.
(Le ayudan a subir al caballo. Cae por el otro lado)
MARIO: ¿Qué........, Juan?
JUAN: Vendí el rancho, don Mario. Le vendí todo al forastero. ¿Cómo no voy a festejar? Ayúdeme, yo puedo.
MARIO: No, no, no. Déjate de joder, hombre. No. Se suspende la cuadrera. La dejamos para otra vez.
ANDRADA: ¿No hay nadie que pueda correr?
HANS: Ernesto puede correr. Y ganar.
ANA: No lo dejes, Mario.
MARIO: No, no, claro que no. Esto no es para chicos.
NELDA. ¿Qué pasa con Hans? Es flaquito pero sabe montar.
HANS: Je, qué cachonda eres, sor. No, no, no contéis conmigo.
ERNESTO: Es mejor que yo. Mejor que Zamora, y que cualquiera.
MARIO: Bueno, parece que está decidido.
HANS: Está decidido que no corro.
ANA: No puede correr, es amigo de Andrada. No puede correr en su contra.
HANS: Empleado. Sólo empleado.
ANDRADA: Anímese, Mayer. Si gana lo despido. Pero no se preocupe. No puede ganar.
NELDA: (A Ana, mostrándole un fajo de billetes) Esto es para los gastos. El resto a las patas de Dumas (Muestra a
Andrada la caja de la recaudación)
ANA: ¿Sos loca, Nelda? Es dinero de la cooperativa.
NELDA: Cuéntelo, Andrada. A ver si la enfarda.
ANDRADA: No hace falta contarlo. La enfardo.
ANA: Seguimos sin jinete. ¿Quién lo monta?
(Hans monta a Dumas)
HANS: Mario...¿Cuáles son las reglas del juego?
MARIO: Llegar primero.
HANS: Vale.
(Nelda se santigua)
ZAMORA: Tenga cuidado, doctor. Se me puede escapar un talegazo,¿eh?
HANS: Que te folle un pez.
(Se da la salida. Hay mucha animación. Hans llega el primero. Nelda abraza a Andrada. Vitorean a Hans. Este desmonta
y abraza a Mario)
ANDRADA: (A Hans) Espero que tenga la misma suerte con el petróleo. Voy a necesitar un poco...
(Nelda abraza a Hans)
HANS: ¡Ernesto!
(Lo levanta a hombros y el público aclama al muchacho. Ernesto mira a Luciana, que le sonríe. Zamora da la
enhorabuena a Hans, afectado. Hans recibe abrazos por todas partes. Ana le mira fijamente desde lejos. Nelda lo
advierte)
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(Exterior. Día. Ana trabaja en el motor de la ambulancia. Se acerca Nelda en bicicleta)
NELDA: Buenas.
ANA: Buenas.
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(Interior. Día. Ernesto contempla la escena desde la ventana de la escuela. Mario está ordenando los pupitres)
MARIO: No estés en babia, Erni. Ven y ayúdame.
(En el exterior, Nelda y Ana hablan confidencialmente. Apenas se entienden sus palabras. Ernesto las observa con
interés. Las dos mujeres se despiden. Nelda vuelve a marcharse en su bicicleta)
ANA: Tranquila.
(Mario y Ernesto salen a la calle)
MARIO: Muévete, Erni. ¿Qué te pasa? ¿Estás dormido?
ERNESTO: Papá...
MARIO: Sí..
ERNESTO: ¿Puedes hablar con mamá?
MARIO: Claro que puedo, pero decime de qué...alguna cagada?
ERNESTO: Estaba con Luciana en la iglesia, y Nelda nos encontró.
MARIO: ¿Y?
ERNESTO: Y nos echó. Estábamos detrás del altar. Entró con el cura y...
MARIO: Pero, ¿por qué? ¿Qué pasó? ¿Qué estaban haciendo?
ERNESTO: Nada, leyendo. Pero Nelda no se lo creyó. Y seguro que le vino de alcagüetera a mamá.
MARIO: Leyendo...
ERNESTO: Sí, de verdad.
MARIO: Está bien. Yo hablo con ella. Dejá.
(Entran en la casa)
ANA: Estoy haciendo un té. ¿Alguien quiere?
MARIO: Bueno. ¿Y Nelda, qué tal? ¿Cómo anda? ¿Quería algo?
ANA: Bien. Vino a charlar un rato.
MARIO: La vi medio preocupada. ¿Le pasa algo?
ANA: Nada. Cosas de mujeres.
(Mario saca a Ernesto fuera de la casa)
MARIO: Cagón. Nelda no es una alcagüeta. Boludo.
ANA: También me dijo que están las vacunas. Están en el hospital de San Luis. Hay que ir a buscarlas.
MARIO: Por fin. Che, por fin una buena noticia.
ERNESTO: ¿Cuándo vamos?
MARIO: El sábado. ¿mm? Nos quedamos el sábado y el domingo. ¿Qué les parece?
ERNESTO: ¿Vamos a ir al ciné?
MARIO: Claro, por supuesto, sí
ANA: Yo no puedo. Tengo que ir a Las Salinas.
MARIO: Lo que realmente me atrae de vos, Ana, es esa euforia juvenil, esas ganas de vivir que tenés. (Ana sonríe)
Sacudite la mufa. El viernes vas a las Salinas y el sábado nos vamos a la capital. Orden del médico (La besa).
No se discute.
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(Interior. Noche. Ernesto duerme, vestido, sobre la cama. Le despiertan los balidos de las ovejas. Se levanta y mira por
la ventana. Varios hombres están matando a las ovejas)
ERNESTO: ¡Papá, ladrones! ¡Están en el corral!
(Mario y Ana se levantan de la cama)
MARIO: Quédense aquí. No salgan.
(Mario sale a la calle tras los asaltantes, que escapan a caballo. Uno de ellos le golpea en un brazo)
ANA: ¡Mario!
(Ana y Ernesto corren a su lado)
ANA: (Lo detiene) No, no, no, no.
(Ernesto corre tras los asaltantes y les lanza una piedra)
MARIO: Déjalos, Erni.
(Hay una esvástica pintada en la fachada de la casa, y numerosas ovejas muertas o moribundas)
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(Interior. Noche. Ana venda a Mario el brazo herido)
MARIO: No es nada, Erni. No te preocupes.
ERNESTO: ¿Está roto?
ANA: No, pero faltó poco. Con que lo tengas unos días quieto ya va a estar bien. Hasta que te la vuelvan a dar. Porque
esto no para. Hasta que nos echen de aquí, no para.
MARIO: Bueno, que no paren. Ya me echaron una vez y no me echan más.
ANA: Pero la cosa es conmigo. Vos no sos judío. Y yo ya estoy un poco cansada de jugar a los héroes anónimos.
MARIO: No es con vos, Ana. Se hacen los nazis por joder. Esto fue cosa de Andrada, para presionar para hacernos
vender la lana.
ANA: ¿ Y qué vas a hacer?
MARIO: Romperle la jeta, guacho de mierda.
ANA: Para que te metan en cala ¿eh? Eso es seguirle el juego. Si no tenés ninguna prueba contra él. (A Ernesto) Erni,
anda a dormir. En dos horas hay que estar arriba. Hale, vamos.
MARIO: Hagamos una cosa. No digamos nada a nadie, que la cooperativa no se entere. (A Ernesto) Muy bien, ¿eh? Te
portaste ...Voy a enterrar las ovejas y a tapar la pintada.
ANA: ¿Ahora?
MARIO: Antes que la vean los chicos.
ERNESTO: ¿Te puedo ayudar? Voy a preparar la cal.
MARIO: El miedo funciona, Ana. Sabemos cómo. Se corre la voz, alguno se entera y se va a cagar en las patas y va a
querer vender ya. (A Ana) Bueno, cambiá esa cara. Prepara unos mates. Ya pasó todo.
ANA: Estoy cansada, Mario.
MARIO: Anda a acostarte.
ANA: Estoy harta, estoy hasta los cojones. Todo esto. ....y no sirve para nada.
MARIO. No te des máquina ahora, Ana.
ANA: Estoy con los enfermos y estoy en otra. Tengo que ir a Las Salinas, pero no quiero ir. ¿Qué les digo? ¿Qué se van
a curar? Si yo sé que no se van a curar. Si a la larga todo sigue igual. ¿Qué le digo al que se mama todos los días? No
hombre, no tome, el alcohol le hace mal, se está matando, no se mate, la vida es linda. Por favor...Y encima siguen
pariendo y trayendo hijos a este mundo de mierda. ¿No lo ven? ¿No se dan cuenta?
MARIO: Yo creo que sí que se dan cuenta, Ana. Pero también te ven a vos y eso les hace pensar que no todo es una
mierda. ¿eh? hala, anda a acostarte, anda. No es un buen momento para hablar de esto ¿mm?, anda,anda. En el viaje
charlamos.
ANA: No, no voy a ir. Vayan ustedes. Yo quiero quedarme sola.
MARIO: Ana, no puedo manejar con este brazo.
ANA: Lo sé, pero no me obligues, por favor. Déjame estar sola ¿mm?
(Ernesto ha escuchado toda la conversación)
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(Exterior. Día. Ernesto llega a caballo a la hacienda de Andrada. Luciana y su hermana están tendiendo ropa. Ernesto la
llama con el sonido de un pájaro)
HERMANA: (Susurrando) Luciana...
(Luciana le ve y acude corriendo)
LUCIANA: ¿Qué haces acá? ¿Te volviste loco? Te pueden ver. ¿Por qué viniste hoy? Era el sábado.
ERNESTO: Me voy a la capital. Por eso. Te vine a avisar.
LUCIANA: ¿Te vas qué, a vivir?
ERNESTO: No, a pasear, qué a vivir. El lunes vuelvo. Te traje más ejercicios. Así no perdés la clase. Hacelos, ¿eh?
LUCIANA: Está bien. Ahora andate. Que no te vean. Chao. (Se aleja)
ERNESTO: Te veo el sábado. El otro.
(Luciana vuelve y le besa)
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(Exterior. Día. Mario y Ana salen de la casa)
ANA. ¿Llevás todo?
MARIO: Sí, todo, sí.
ANA: ¿Llevas plata para el hotel?
MARIO: Todo, llevo todo, sí.
(Hans coloca los bultos en el coche)
MARIO: Bueno, cuídate. ¿eh? De noche cerrás con tranca y no abras si oís algo raro, ¿estamos? No va a pasar nada,
no van a insistir tan pronto, pero...por si las moscas ¿eh?
(Se besan)
ANA: Chao.
(Suben al coche)
MARIO: Si hay tormenta, no te asustes de los truenos. Y si te quieren violar, relájate y goza.
ANA: (Ríe) No seas guacho. No me das miedo. Pásenlo bien, ¿eh? Cuídate el brazo (Habla al interior del coche) Y
cuídalo a Ernesto. (A Ernesto) ¿Trajiste el cepillo de dientes? Espera, espera, que lo traigo yo. (Vuelve a la casa)
MARIO: Todo esto porque es único. Si fueran cuatro sería diferente.
HANS: Cuatro cepillos.(Ríen
MARIO: Tenés razón. Las madres judías son peores que las tanas. Mi vieja era igual a Ana.
HANS: ¿Por qué no tuvisteis más? ¿No vinieron o no quisisteis?
MARIO: No quise. Buscamos el segundo, pero tardó demasiado. Después ya no quise. Tengo cincuenta y dos años y
una marcada tendencia familiar a crepar jóvenes. Me da miedo no verlo crecer, no estar ahí para protegerlo. Me da
miedo con Ernesto, imagínate con un recién nacido.
(Ana vuelve de la casa. Trae una bolsa de viaje y sube al coche)
MARIO: ¿Qué nos olvidamos? ¿Qué traés ahí?
ANA: Ropa. No voy a estar dos días sin cambiarme. Soy loca, pero muy limpita.
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(Exterior. Día. El coche circula camino de San Luis)
(Interior. Día. Emisora de radio. Mario y Ana están siendo entrevistados)
ANA: (Voz en off) Vamos a estar el domingo veinticinco, desde la mañana hasta la noche, en la capilla de Valle Bermejo.
Yo le querría pedir a la gente que vaya, que es importante, que si no sus chicos...porque hace falta vacunarlos. Vamos a
tener una camioneta...no, perdón, dos camionetas, porque un amigo español nos va a echar una mano, que van a llevar
y traer gente de los pueblos vecinos. Y también suponemos que...
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(Exterior. Día. Hospital de San Luis. Llueve. Ana y Ernesto salen con las vacunas y corren hacia el coche)
LOCUTOR: (Voz en off) El domingo veinticinco, vacunación masiva de Salinas y...para todos los habitantes de...en la
capilla...
MARIO: (Voz en off)...necesitamos zapatillas, (...) para los viejos, leche en polvo, alcohol, gasas... todo lo que puedan
mandar nos viene bien.
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(Interior. Día. Librería. Hans, Mario, Ana y Ernesto ojean libros)
MARIO: (Voz en off)...no es que nos guste pedir limosna, pero...no tenemos otra. La situación es grave.
HANS: (Al dependiente de la librería) Está bien éste...
------------------------------------------------------------ (Exterior. Noche. Hans, Mario, Ana y Ernesto pasean por una calle de San
Luis)
HANS: ...John Wayne, ése es el mejor
ANA: Pero, por favor, si es un fachón...
HANS: Pero qué...¿Habéis visto a alguien capaz de enfrentarse a veinte tíos armaos hasta las orejas, que se salían de
las botas para matarlo, y él, ¿eh? escapar con el caballo marcha atrás, y sin embargo hacerte creer que el más peligroso
era él. Podía estar borracho, apaleao, derrotao, enamorao, pero nunca, nunca perdió la dignidad.
ANA: Pero no puedo creer que le gusten las películas de cow-boys.
ERNESTO: A mí también me gustan...
HANS: Claro que sí chaval. Muy bien. Sí señor....más grande y más importante que la vida...
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(Exterior. Noche. Leen el menú en la puerta de un restaurante)
ANA: El lugar es carísimo.
HANS: Si es bueno entramos y se acabó. No miréis los precios. Yo invito.
MARIO: Pero Hans, has estado invitando todo el día, hombre. Ya está bien.(Entran al restaurante) Bueno, entramos con
una condición. Pago yo.
HANS: Son mis dietas, coño. No pago yo, paga mi amigo Andrada. Con permiso, señora, por favor (Le ofrece a Ana una
silla)
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(Interior. Noche. Hans, Ernesto, Mario y Ana entran en el hotel)
HANS: Oye, digo yo, ¿nos, nos tomamos una copa?
ANA: ¿Otra?
HANS: La penúltima.
MARIO: La de estribo. Pero esta vez invito yo.
HANS: Vale, vale. (Al recepcionista) Oiga, ¿está, está abierto el bar?
RECEPCIONISTA: Sí, señor. Toda la noche.
HANS: Muy bien.
ANA: La 406, por favor.
MARIO: Una copita y subo.
ANA: (A Ernesto) Vamos.
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(Interior. Noche. Habitación del hotel. Ernesto y Ana duermen. Llaman a la puerta. Ana se levanta y abre. Son Mario y
Hans. Están borrachos. Hablan desde el pasillo)
MARIO: Hola. ¿Tenés cigarrillos?
(Ana va a buscarlos. Ernesto mira la escena desde la cama. Ana vuelve con los cigarrillos)
MARIO: Gracias. (A Hans) ¿Tienes un...?
(Hans saca un encendedor del bolsillo. Encienden los cigarrillos)
MARIO: Ahora vengo.
ANA: ¿A dónde vas? ¿La van a seguir? Son las cuatro de la mañana. Me parece que a los dos les hace falta dormir.
MARIO: Lo acompaño hasta su cuarto y vuelvo.
HANS: No, no. Si es por eso no, que yo, yo...yo me oriento.
(Va dando trompicones por el pasillo. Mario va a buscarle)
MARIO: Es más arriba.
HANS: ¿Mm?
MARIO: Te falta un piso. Yo te acompaño.
HANS: ¿Por dónde es? ¿Por ahí?
(Ambos dan trompicones por el pasillo. Están a punto de caerse. Ríen)
MARIO: (A Ana) Ya vengo.
ANA: ¿Y a vos quién te va a traer?
HANS: Le traigo yo. No te preocupes.
(Mario y Hans ríen)
ANA: Joder, cómo están los dos, ¿eh?
HANS: ¡País, país! (Riéndose)
MARIO: (Riéndose) Resulta...que va un tipo remamao a la Puerta del Sol y le pregunta a uno que está ahí...
HANS: No, no...es Nochevieja. Es Nochevieja y están comiendo las uvas. (A Ana) En Madrid se comen las uvas con
la...Y el caso es que llega un tío que está perdido, pero perdido, pero perdido, ¿no? Y le pregunta a otro, ¿me hace usted
el favor de decirme dónde estoy? Y el otro, el otro le contesta, coño, pues en... en la Puerta del Sol. Y dice el otro, nooo,
nooo, paiiiís, paiiiís.
MARIO: ¡Paiiiís, paiiiís!
(Ríen)
ANA: Ssssh. ¡Nos van a echar! Váyanse, ¿me hacen el favor?
MARIO: Enseguida vengo.
ANA: Preferiría que no. Se mamaron juntos, quédense juntos hasta que se les pase. Los borrachos me caen muy
pesados.
HANS: Un momento, un momento, un momento...No, no tienes ningún derecho a hablarle así. Es un tío cojonudo. Es un
frontera. Borracho o vencido, un borracho nunca pierde su dignidad. Hablo en serio. Estoy...como estoy, pero...sé lo que
me digo. Es un fuera de serie. Y tú también. Eres una mujer maravillosa. No le dejes solo. Te quiere mucho. Y yo
también. Os quiero...mucho....
(Hans vuelve con Mario, que le besa. Se van juntos por el pasillo. Ana entra en la habitación. Ernesto la mira)
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(Exterior. Día. Vuelven a casa en el coche. Ana Conduce. Hans y Mario duermen atrás la borrachera. Ernesto canta la
canción judía que le enseñó a Luciana. Sólo se sabe unas palabras. Tararea el resto)
ERNESTO: Tengo sueño. Y hambre.
ANA: Falta poco. En mi bolso hay galletitas. Tomá y despabílate, que manejar sola es muy aburrido. Los copilotos tienen
la obligación de hablar. Y esos dos tienen para rato.
ERNESTO: ¿Alguna vez te emborrachaste?
ANA: No puedo. Cada vez que tomo demasiado me siento mal, vomito y después me duermo. La parte divertida me la
pierdo siempre.
ERNESTO: ¿Por qué es divertido?
ANA: A veces es divertido. Si te da la tristeza, puede ser muy triste. Se pierde el control. Uno se atreve a decir cosas y a
hacer cosas que nunca hizo. Como la luz de las piedras...se puede ver el lado oculto de la gente. Puede ser muy
desagradable, pero también puede ser maravilloso. Ya lo vas a descubrir solo
ERNESTO: No me gusta tomar.
ANA: Ya te va a gustar. Sos muy chico todavía. Las leyes de la genética no fallan nunca. Y eso que está ahí atrás es tu
padre.
(Ernesto se vuelve y mira a Mario. No está dormido. Le sonríe y le guiña un ojo.)
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(Exterior. Día. Un anciano llega corriendo a la puerta del dispensario)
ANCIANO: (A Ernesto) Tengo que ver a la doctora. Es urgente.
ERNESTO: Le pasó algo.
ANCIANO: No, qué va a pasar. Tengo que ver a la doctora.
(Sale Ana con una paciente)
ANA: ¿Qué pasa?
ANCIANO: Doctora, doctora, por favor, ¿me puede llevar hasta el pueblo?
ANA: Un momento...que estoy atendiendo.
ANCIANO: Bueno, pero ¿cuándo termine me puede llevar?
ANA: No hay problema. Se lo ve muy guapo. ¿Se va de fiesta?
ANCIANO: Vendí el rancho, doctora. Ahora me voy a firmar los papeles. Me lo compró el amigo del doctor Andrada. Ése
de la capital.
ANA: ¿El que le compró a Juan?
ANCIANO: El mismo.
ANA: Va a tener que esperar un rato. (Vuelve a la consulta)
ANCIANO: ¡Vendí el rancho, Isidoro! ¡Me voy a vivir a la capital!
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(Exterior. Día. Nelda está sentada, pensativa. LLegan Ana y Ernesto en la ambulancia, con paquetes)
ANA: (A Nelda. Habla como si fuera gaita) Perdone usted, su alteza, que interrumpamos vuestras profundas
meditaciones, pero hemos traído las vacunas para vuestros fieles vasallos. (Vuelve a hablar con acento argentino) ¿Qué
hacés aquí afuera? ¿No tenés frío?
NELDA: ¿Cómo les fue? ¿Les entregaron las vacunas sin problemas?
ANA: Sin problemas. Porque al final yo también fui.
NELDA: ¿Con Hans?
ANA: Y con Mario, y con éste...Nos lo pasamos muy bien.
NELDA: Siií, me imagino...
ANA: Qué mufa, nena. ¿Qué te pasa?
(Nelda le tiende una carta)
NELDA: Me ascendieron. Me mandan a Roma a hacer un curso por un año y luego a Buenos Aires a un seminario, a
formar novicias.
ANA: ¿No podés decir que no?
NELDA: Soy monja, Ana. Hice votos de obediencia.
ANA: (A Ernesto) Andá dentro. Llevá las vacunas.
NELDA: Déjalas en la sacristía. O detrás del altar. Sabés dónde te digo, ¿no?
ERNESTO: Sí. (No acaba de marcharse)
ANA: (Agachándose, hasta quedar a la altura de Nelda) ¿Sabés cuándo te vas? ¿Te dijeron?
NELDA: No, no sé. Puede ser un mes, dos. Cuando llegue mi reemplazante. Alguna momia que no se va a sacar el
hábito ni para dormir.
ERNESTO: ¿Si dejás de ser monja te podés quedar?
NELDA: Ganas no me faltan. Pero no puedo.
ANA: Ya vas a poder. (A Ernesto) Déjamela a mí.
(Ernesto vuelve a hacer intención de entrar en la capilla, pero sigue ahí)
NELDA: No les gusta nada lo que estoy haciendo. Nunca les gustó, pero el informe del cura lo decidió. El hijo de puta
dice que soy anarquista, apóstata y anticlerical. Menos linda, todo.
ANA: Ahí se equivocó, porque linda sos. Pero en todo lo demás tiene razón. Si no fueras monja no te jodería. Al
contrario, sería un elogio.
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(Exterior. Día. Ernesto llega en calesa a la hacienda de Andrada)
EMPLEADO: ¿A dónde vas, gaucho? ¿Te has perdido?
ERNESTO: Vengo a ver al señor Zamora. Le tengo que avisar que mañana están las vacunas. En la capilla.
EMPLEADO: Me parece que no está. Salió temprano.
ERNESTO: Bueno, es igual. Alguien habrá. Le dejo el mensaje. Adiós.
(Se dirige a la casa. El empleado le observa )
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(Interior. Día. En el granero de la hacienda de Andrada. Ernesto y Luciana están recostados sobre los sacos. Se besan.
Luciana se levanta. Saca el cuaderno de su escondite)
LUCIANA: Esta vez los hice todos. Hago como vos dijiste. Cuando todos duermen, me levanto y estudio. A ver si están
bien.
(Ernesto se acerca. Revisa el cuaderno)
ERNESTO: Están muy bien. Vas muy bien, Luz. Yo no sé, porque nunca enseñé, pero me parece que te falta muy poco
para poder leer y escribir lo que quieras.
LUCIANA: ¿Cuándo sepa qué va a pasar?
ERNESTO: Vas a leer y escribir.
LUCIANA: Ya sé, tonto. Digo con vos, si te voy a ver. Si vas a seguir viniendo.
ERNESTO: Si vos querés, sí.
LUCIANA: Bueno. ¿Te leo lo que me marcaste?
ERNESTO: Bueno.
LUCIANA: (Leyendo, despacio) Buck- apren- dió- a- qui -tarse- con- los- dien- tes -el- hie- lo- que- se- a- cu -mu-
acumulaba...
ERNESTO: Luz...
LUCIANA: ¿Está muy mal?
ERNESTO: Me parece que te quiero.
LUCIANA: (Cierra el libro y se levanta) Mejor te vas. Es muy tarde.
ERNESTO: ¿Por qué te enojaste?
LUCIANA: No estoy enojada.
ERNESTO: Entonces, ¿qué te pasa?
LUCIANA: Que yo sé que no vas a venir más.
ERNESTO: ¿Por qué decís eso? Si ya te dije que voy a venir.
LUCIANA: Ya sé que lo dijiste. Pero no vas a estar, te vas a ir.
ERNESTO: ¿A dónde me voy a ir?
LUCIANA: Yo sé que te vas a ir. Vas a volver a la capital. Porque vos no sos de acá. Sos de la capital. Y los de la capital
siempre se van.
(Se va. Cuando abre la puertas, entra Zamora a caballo)
LUCIANA: ¡Ernesto! Pará, papá. No le hagas nada, por favor... ¡Papá, no! (Llorando) Déjalo, papá, déjalo.¡Por favor!
(Otro jinete le cierra la otra salida. Zamora llega hasta Ernesto)
ZAMORA: Escúchame, pendejo. Por hoy te salvás de que te deje el lomo marcao. Te vas a ir por donde viniste. Pero no
te quiero volver a ver. ¿Entendés? Si tenés ganas de coger, anda a cogerte a una de las tuyas, pero a mi hija la dejas
tranquila. ¿Está claro? Y ahora te vas.
(Luciana está llorando)
ZAMORA: ¡Te vas, mierda!
(Ernesto se aleja. Luciana le ve marchar)
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(Interior. Día. Ernesto está clasificando las piedras. Sale a la calle. Ana y Mario están hablando con un hombre que lleva
un carromato. Ana vuelve corriendo hacia la casa)
ANA: Ernesto, deja lo que estés haciendo y andá con papá. Dale, apúrate.
ERNESTO: ¿A dónde va?
ANA: A hablar con Andrada. Acompáñalo. No dejes que se meta en líos.
ERNESTO: ¿A la estancia? Pero mamá, estoy clasificando las piedras.
ANA: Déjalas para después. Dale, dale, apúrate.
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(Exterior. Día. Mario y Ernesto llegan a la estancia en la calesa. Les recibe Zamora)
ERNESTO: (A Mario) Está Hans.
MARIO: Mejor. Quédate acá, salgo enseguida,
ERNESTO: Voy con vos.
MARIO: ¿Por qué no te vas a ver a Luciana? ¿Qué tal, Zamora? ¿Cómo anda eso?
ZAMORA: ¿Qué es lo que quiere, maestro?
MARIO: Charlar un poco, si se puede.
ZAMORA: No tenemos nada de qué hablar.
MARIO: Con usted no. Con su patrón.
ZAMORA: No sé qué tiene que ver el patrón. No sé qué mentiras le habrá contado este mocoso, pero no me interesa
discutir con usted. Lo que dije lo mantengo. No lo quiero ver por aquí. Así que hágame el favor y se lo lleva.
MARIO: Por un rato lo va a tener que ver porque está conmigo. Y no se va. ¿Le quedó claro, Zamora? A menos que nos
quiera echar a los dos. Voy a entrar a hablar con su patrón. A mí tampoco me interesa discutir con usted.
(A Ernesto) Me parece que esta vez sí hiciste una cagada.
ERNESTO: No hice nada, te lo juro. Déjame que te cuente.
MARIO. Ahora no. En casa hablamos.
(Entran en la casa)
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(Interior. Día. Estancia de Andrada. Hans está en la casa)
ANDRADA: No toqués nada, nene.
(Andrada ofrece un güisqui a Mario. Hans ya estaba servido)
ANDRADA: Tómelo despacito, que es del bueno.
MARIO: Buah, no tengo paladar para el güisqui..........y es lo mismo.

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