martes, 16 de octubre de 2012

"Elementos borgianos"


Elementos borgianos
El libro
El libro, como el laberinto, la biblioteca o el jardín, es un ovillo que se va deshaciendo, un camino en el que encontramos senderos que se bifurcan, destinos posibles por los que transitamos mediante la imaginación y es justo en esa posibilidad de vivir otras vidas donde Borges encuentra una de las mayores fuentes de felicidad que les fue dado disfrutar a los seres humanos, concepto lúdico de la lectura que retoma de Montaigne. El libro es un objeto de culto que vino a reemplazar a la palabra oral, alada fluida y liviana, como lo fue para Platón. Para los antiguos, la palabra escrita era duradera, pero muerta. No para Borges, que siente que el libro es una obra divina, algo que se lee para la memoria y nos ofrece un universo vivo cada vez que abrimos sus páginas. Su cercanía, su textura, su olor a tiempo ejerce sobre él un poderoso influjo. Los libros que él escribe, y los que lee, son una extensión de su ser, no saben que existe, pero lo expresan en sus páginas.
La biblioteca
Como el solitario habitante de Babel, Borges vivió rodeado de libros. Y es que el universo para él es una biblioteca compuesta de un número indefinido e infinito de libros, de galerías hexagonales. El universo no es más que libros que remiten a otros libros, letra sobre letra, discursos que se tejen y constituyen la materia del ser. Prisionero entre los anaqueles, el lector se pierde dentro de ese laberinto, preguntándose si en verdad el mundo existe más allá de esos muros o es apenas una extensión dudosa de la que sólo se tiene una cifra, el número de libros de cada anaquel. Obra del azar o de demiurgos malévolos, el hombre es un bibliotecario imperfecto. En cambio, ese universo de anaqueles con sus enigmáticos tomos y sus infatigables escalones, sólo puede ser obra de un Dios.
El Aleph
Ese Aleph que Borges encuentra en la calle Garay llega a enloquecer y a matar a la persona que tiene el privilegio de verlo. Es un pequeño espejo, una esfera a través de la cual percibimos ese infinito del que no podemos dar cuenta mediante un elemento finito como el lenguaje. El descenso al sótano es entonces algo tan siniestro y extraordinario como insoportable, pues el incesante pasar de las imágenes y la percepción simultánea de diversas dimensiones del universo sobrepasa la humana condición. No sabemos si El Aleph sirvió para paliar su mal de amores. El cuento, dedicado a Estela Canto, su novia de entonces, que había impuesto, al parecer unas condiciones difíciles para él, conjura una de las obsesiones de Borges, la escisión entre el amor carnal y el amor etéreo, que como en un juego de espejos fluye en una interminable secuencia de tiempos y espacios. Puede pensarse que el descenso al sótano, como sugiere algún crítico, evoca escenas de la Divina Comedia y el romántico Borges, como Dante, baja a rescatar a Beatriz que lo espera en el infierno.
El tigre
¿Envió Dios a los rebeldes un cordero o un tigre? Ésa es la pregunta que Harold Bloom se hace ante El Tigre que en las Canciones de inocencia y de experiencia incluye William Blake. Borges escoge al tigre de fuego de las Canciones y no al pobre tigre andrajoso, desaliñado y triste del dibujo con el que Blake acompaña su poema. El tigre del dibujo no interesa a Borges, porque es un tigre que simboliza la realidad cotidiana. Le interesa el tigre de oro, el tigre metáfora de un sol encarcelado, el tigre metáfora de Draupnir que engendra la crueldad de lo eterno. A la ceguera del tiempo sólo le es permitido un color: el del oro de los tigres, de los ponientes, de los mediodías gloriosos, de los cabellos dorados que cantan los grandes poemas de amor, esos grandes poemas de amor que también son este poema.
La brújula
La brújula y la muerte, la brújula y el misterio del mundo, la orientación en los entresijos del destino. Alguien o algo escribe cada día el guión de la existencia, de la vida de los hombres, desde Roma o Cartago hasta hoy mismo. Y en el centro el enigma, el azar, la discordia de Babel.
Una explicación literaria de los misterios del mundo necesita de la apoyatura fenomenológica: la esencia permanece detrás de las apariencias, detrás del nombre está su «más allá», lo que no se nombra, y la brújula nos ofrece el instante en que puede entreverse esa dirección, ese sentido. En el papel, la brújula marca los puntos cardinales del artificio, los confines del arte.
Las monedas
«El libro de los libros» es también el libro, un libro en el que lo sagrado y lo profano se confunden. Las monedas dictan el destino de los hombres: el destino del amor divino, pero también humano; el destino de la traición miserablemente recompensada, el peso de la culpabilidad. ¿Quién tensa el arco y dispara sin recordar que lo ha tensado y disparado muchas veces antes? ¿Un soldado de oro? ¿El arquero pintado en aquel vaso oriental? ¿El guerrero que acompaña al libertador uruguayo, al «treinta y tres caballero oriental»? ¡Quién sabe! Las monedas caen sobre la mesa y el destino de los hombres queda irremediablemente escrito en su dibujo.
El puñal
Otra vez la sincera intimidad con los objetos. La fascinación que produce en Borges su ausencia de vida, que es por otra parte la medida de su grandeza, la condición de su inmortalidad. Pero el puñal es algo más también: es el mensajero de la muerte, el ariete incansable de la historia humana, tanto en sus grandezas como en sus traiciones. Un puñal son todos los puñales, desde aquellos que abatieron a César hasta estos otros que empuñan, temerosos, los rufianes en los arrabales de las grandes ciudades. Mas !qué inutilidad, qué sinsentido el del puñal abandonado en el cajón del escritorio sin una mano que le transfunda su sangre criminal!
El laberinto
Todo ser vive en un oscuro laberinto y todo ser espera la embestida de un temible Acteón. Todo ser espera y busca su Ariadna para alimentar la esperanza del regreso y la felicidad en el caso de una victoria sobre la fiera del destino. Ésa es la idea rara que nos provoca el espejo, la perplejidad, y que nos construye la literatura. Y el juego de esa idea. Porque la literatura es también un «maze viviente» , un laberinto de juguete, un laberinto artificial. El resultado de un libro que se mira en el espejo de otro libro y éste en el siguiente y así incesantemente hasta el final de los tiempos, o ¿hasta el comienzo? Porque nada existe, nada debe esperarse, ni siquiera la embestida de la fiera del arte o la inmortalidad. Tampoco vendrá nunca ningún Teseo, nadie nos liberará de esta condena.
Las cosas
«Nadie como Borges ha intimado tanto con las cosas», nos señala Guillermo Sucre en su clásico Borges, el poeta. Y sobre todo en la medida en que la ceguera del cuerpo y la ceguera del tiempo le amenazan. Así, en este poema, que el libro de Sucre no conoció, se condensa su pasión por las cosas, por estas varias cosas: las monedas que los antiguos griegos debían llevar al morir bajo la lengua para ser recibidos en el paraíso, los naipes, los arcanos, el destino cifrado de la vida que se juega también en los tableros, las llaves, las llaves que abren cerraduras de puertas, de días, de años, que son la misma puerta el mismo día, el mismo año, la misma casa que es igual a todas las casas que se abren con la misma llave. Ciegas y eternas no sabrán nunca que Borges se ha ido, no podrán verlo sentado, la espalda erguida, el turbante protegiendo su frente del sol, fumando ante su tienda levantada en mitad del desierto.
Las cosas
«Nadie como Borges ha intimado tanto con las cosas», nos señala Guillermo Sucre en su clásico Borges, el poeta. Y sobre todo en la medida en que la ceguera del cuerpo y la ceguera del tiempo le amenazan. Así, en este poema, que el libro de Sucre no conoció, se condensa su pasión por las cosas, por estas varias cosas: las monedas que los antiguos griegos debían llevar al morir bajo la lengua para ser recibidos en el paraíso, los naipes, los arcanos, el destino cifrado de la vida que se juega también en los tableros, las llaves, las llaves que abren cerraduras de puertas, de días, de años, que son la misma puerta el mismo día, el mismo año, la misma casa que es igual a todas las casas que se abren con la misma llave. Ciegas y eternas no sabrán nunca que Borges se ha ido, no podrán verlo sentado, la espalda erguida, el turbante protegiendo su frente del sol, fumando ante su tienda levantada en mitad del desierto.
El espejo
El espejo es la mejor metáfora de la poesía, que es siempre otra y la misma, incesantemente. Por eso es también la imagen que produce vértigo que conduce al horror, al pánico. Forman parte de nuestra vida cotidiana, nos hemos acostumbrado a ellos, pero, como señalaba el propio Borges, «hay algo de temible en esa duplicación visual de la realidad». Pero el espejo incesante genera un frenesí de espejos, un «laberinto», «el símbolo más evidente de la perplejidad» y el modelo estructural de la literatura moderna. Una idea rara: efectivamente «la idea de construir un edificio de una arquitectura cuyo fin sea que se pierda la gente y que se pierda el lector...es una idea rara», sin embargo es la idea sobre la que Jorge Luis Borges ha edificado su literatura.
El ajedrez
El juego de los juegos, el juego de la inteligencia que es la metáfora del mundo y su creador. Un juego que quizá nació en la legendaria Atlántida y que ha permanecido hasta nuestros días como el más excelso de los juegos, como un combate capaz de abolir el azar, como el juego infinito. Los antiguos caballeros a los que la crueldad del tiempo y las batallas redujo a sus monturas, negros o blancos, agresivos, marcan el nervio del combate entre los contendientes; los antaño marfiles de los elefantes, hoy sólo alfiles, pálidas sombras de los caballeros desmontados, no saben qué manos son las que gobiernan sus destinos. ¿Y si fuesen dos dioses despóticos y crueles los que diariamente juegan la partida de nuestras vidas? ¿Y si otros dos dioses se mirasen en el espejo de estos dos primeros?¿Y si...?
El reloj de arena
El tiempo, materia deleznable. Pero sobre todo imperfecto en la percepción que los seres humanos podemos tener de él. Sólo existe para nosotros en una delgada línea, en una sucesiva cascada de pequeños granos de arena. «El tiempo transcurriendo en medio de la noche», como diría Tenysson, y como dijo Borges, «el enigma esencial». Porque si supiésemos qué es el tiempo entonces sabríamos qué somos y quiénes somos. Así que, antes que relojeros, constructores de un tiempo más completo, circular, simultáneo, paralelo, mágico, un tiempo literario, creativo. ¿Quién soy? ¿qué soy? ¿qué estoy haciendo?


Conceptos borgianos

La memoria
En efecto, Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido e imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez.
Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito para la serie natural de los números, un inútil catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo) son insensatos, pero revelan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferir el vertiginoso mundo de Funes. Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas.
La muerte
A.—Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos para discutir sin estorbo. Z (burlón). —Pero sospecho que al final no se resolvieron. A (ya en plena mística). —Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
El sueño
[...] sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad.
Tomado de «Las ruinas circulares», en Ficciones, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, pág. 451.

Dios
Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias. Más que un descifrador o un vengador, más que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado. Del incansable laberinto de sueños yo regresé como a mi casa a la dura prisión. Bendije su humedad, bendije su tigre, bendije el agujero de luz, bendije mi viejo cuerpo doliente, bendije la tiniebla y la piedra.
Entonces ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar, ocurrió la unión de la divinidad, con el universo (no sé si estas palabras difieren). El éxtasis no repite sus símbolos; hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa rueda estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que serían, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total, y Pedro de Alvarado, que me dio tormento, era otra.
Tomado de «La escritura de Dios», en El Aleph, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, págs. 598-599.

La violencia
Una tarde en la vida pareja de ese hombre ocurre un hecho insólito: en la pulpería le notician que ha llegado una carta para él. Don Wenceslao no sabe leer; el pulpero descifra con lentitud una ceremoniosa misiva, que tampoco ha de ser de puño y letra de quien la manda. En representación de unos amigos que saben estimar la destreza y la verdadera serenidad, un desconocido saluda a don Wenceslao, mentas de cuya fama han atravesado el Arroyo del Medio y le ofrece la hospitalidad de su humilde casa, en un pueblo de Santa Fe. Wenceslao Suárez dicta una contestación al pulpero; agradece la fineza, explica que no se anima a dejar sola a su madre, ya muy entrada en años, e invita al otro al Chivilcoy, a su rancho, donde no faltan un asado y unas copas de vino. Pasan los meses y un hombre en un caballo aperado de un modo algo distinto al de la región pregunta en la pulpería las señas de la casa de Suárez. Éste, que ha venido a comprar carne, oye la pregunta y le dice quién es; el forastero le recuerda las cartas que se escribieron hace un tiempo. Suárez celebra que el otro se haya decidido a venir, luego se van los dos a un campito y Suárez prepara el asado. Comen y beben y conversan. ¿De qué? Sospecho que de temas de sangre, de temas bárbaros, pero con atención y prudencia. Han almorzado y el grave calor de la siesta carga sobre la tierra cuando el forastero convida a don Wenceslao a que se hagan unos tiritos. Rehusar sería una deshonra. Vistean los dos y juegan a pelear al principio, pero Wenceslao no tarda en sentir que el forastero se propone matarlo.
Tomado de Evaristo Carriego, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, págs. 166-167.
La realidad
He acumulado transcripciones de los apologistas del idealismo, he prodigado sus pasajes canónicos, he sido iterativo y explícito, he censurado a Schopenhauer (no sin ingratitud), para que mi lector vaya penetrando en ese inestable mundo mental. Un mundo de impresiones evanescentes; un mundo sin materia ni espíritu, ni objetivo ni subjetivo; un mundo sin la arquitectura ideal del espacio; un mundo hecho de tiempo, del absoluto tiempo uniforme de los Principia; un laberinto infatigable, un caso, un sueño. A esa casi perfecta disgregación llegó David Hume.
Admitido el argumento idealista, entiendo que es posible —tal vez inevitable— ir más lejos. Para Hume no es lícito hablar de la forma de la luna o de su color; la forma y el color son la luna; tampoco puede hablarse de las percepciones de la mente, ya que la mente no es otra cosa que una serie de percepciones. El pienso, luego soy cartesiano queda invalidado; decir pienso es postular el yo, es una petición de principio; Lichtenberg, en el siglo XVIII, propuso que en lugar de pienso, dijéramos impersonalmente piensa, como quien dice truena o relampaguea . Lo repito: no hay detrás de las caras un yo secreto, que gobierna los actos y que recibe las impresiones; somos únicamente la serie de esos actos imaginarios y de esas impresiones errantes.
Tomado de Otras Inquisiciones, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. II, pág. 139.


La metafísica
En los libros herméticos está escrito que lo que hay abajo es igual que lo que hay arriba, y lo que hay arriba, igual que lo que hay abajo. En el Zohar, que el mundo inferior es reflejo del superior. Los histriones fundaron su doctrina sobre una perversión de esa idea. Invocaron a Mateo 6:12 («perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores») y 11:12 («el reino de los cielos padece fuerza») para demostrar que la tierra influye sobre el cielo, y a I Corintios 13:12 («vemos ahora por espejo, en oscuridad») para demostrar que todo lo que vemos es falso. Quizá contaminados por los monótonos, imaginaron que todo hombre es dos hombres y que el verdadero es el otro, el que está en el cielo. También imaginaron que nuestros actos proyectan un reflejo invertido, de suerte que si velamos, el otro duerme, si fornicamos, el otro es casto, si robamos, el otro es generoso. Muertos, nos uniremos a él y seremos él.
Tomado de «Los teólogos», en El Aleph, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, pág. 553.

La eternidad
Desde que Irineo la inauguró, la eternidad cristiana empezó a diferir de la Alejandrina. De ser un mundo aparte se acomodó a ser uno de los diecinueve atributos de la mente de Dios. Librados a la veneración popular, los arquetipos ofrecían el peligro de convertirse en divinidades o en ángeles; no se negó por consiguiente su realidad —siempre mayor que la de las meras criaturas— pero se los redujo a ideas eternas en el Verbo hacedor. A ese concepto de los universalia ante res viene a parar Alberto Magno: los considera eternos y anteriores a las cosas de la Creación, pero sólo a manera de inspiraciones o formas. Cuida muy bien de separarlos de los universalia in rebus, que son las mismas concepciones divinas ya concretadas variamente en el tiempo, y —sobre todo— de los universalia post res, que son las concepciones redescubiertas por el pensamiento inductivo. Las temporales se distinguen de las divinas en que carecen de eficacia creadora, pero no en otra cosa; la sospecha de que las categorías de Dios pueden no ser precisamente las del latín, no cabe en la escolástica... Pero advierto que me adelanto.
Tomado de Historia de la eternidad. Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. I, págs. 360-361.


El tiempo
Se ha dicho que si el tiempo es infinito, el número infinito de vidas hacia el pasado es una contradicción. Si el número es infinito ¿cómo una cosa infinita puede llegar hasta ahora? Pensamos que si un tiempo es infinito, creo yo, ese tiempo infinito tiene que abarcar todos los presentes y, en todos los presentes, ¿por qué no este presente, en Belgrano, en la Universidad de Belgrano, ustedes conmigo, juntos? ¿Por qué no ese tiempo también? Si el tiempo es infinito, en cualquier instante estamos en el centro del tiempo.
Tomado de Borges oral, Barcelona, Bruguera, 1983, pág. 38.
La escritura
[...] Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi Dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en cavernas, en cañaverales, en islas, para que los últimos hombres lo recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar un dibujo. En la otra celda había un jaguar; en su vecindad percibí una confirmación de mi conjetura y un secreto favor.
Dediqué largos años a aprender el orden y la configuración de las manchas. Cada ciega jornada me concedía un instante de luz, y así pude fijar en la mente la negras formas que tachaban el pelaje amarillo. Algunas incluían puntos; otras formaban rayas transversales en la cara interior de las piernas; otras, anulares, se repetían. Acaso eran un mismo sonido o una misma palabra. Muchas tenían bordes rojos.
Tomado de «La escritura de Dios», en El Aleph, Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, Vol. I, pág. 597.

martes, 25 de septiembre de 2012

“El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez Parte 4

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1.      Explicá la vida de casados de Fermina y el doctor a partir de la siguiente frase: “Uno necesitaría dos esposas, una para quererla, y otra para que le pegue los botones”.
2.      ¿Cómo evaluarías la vida de Fermina Daza? ¿Fue feliz? ¿Por qué?
3.      ¿Qué hizo Florentino para sobrellevar la vida sin su gran amor? ¿Pensás que lo logró?
4.      ¿Considerás que es posible un “amor para toda la vida” como el de Florentino o el de la novela de Sergio Bizzio? ¿Por qué?
5.      ¿Qué y cómo cambió Florentino Ariza de “aquel adolescente” que supo ser a los últimos años en los  que conquistó a Fermina Daza?
6.      ¿En qué momento y por qué el doctor Juvenal necesitó más a su esposa? ¿Por qué ella se  aferró a él?
7.      Desarrollá esta idea: “Ellos terminaron por “conocerse tanto” en los más de treinta años de casados que…”.
8.      ¿En qué consistió la carta que Fermina escribió con rabia y que Florentino interpretó como una de amor?
9.      ¿Qué sucedió cuando “habían transcurrido dos semanas de silencio, cuando una de las muchachas del servicio la despertó de la siesta  con un susurro de alarma: -Señora, -le dijo-, ahí está don Florentino?”.
10.  ¿Qué motivo esgrimió Fermina para que él no le bese la mejilla?
11.  Teniendo en cuenta que son dos géneros y formatos diferentes, ¿qué te aportó la novela y qué la película? ¿Qué destacás de cada uno?
12.  ¿Por qué te parece que “es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites”?
13.  Hacé un comentario de la novela y los trabajos realizados.

viernes, 21 de septiembre de 2012

"Lo que se dice un ídolo", de Roberto Fontanarrosa


Pedrito se apioló tarde de cómo venía la mano. Porque él podía haber sido un ídolo, un ídolo popular, desde mucho tiempo antes. Lo que pasa que el Pedro, vos viste cómo es, un tipo que se pasa de correcto, de buen tipo.
Decime vos, ocho años jugando en primera y no lo habían expulsado nunca. ¡Nunca, mi viejo nunca! Ni una expulsión ni una tarjeta amarilla aunque sea. Y mirá que liga, eh. Porque siempre fue para adelante y lo estrolaban que daba gusto. Muy respetado por los rivales, por el referí, por todos, pero le pegaban cada guadañazo que ni te cuento. y sin embargo, nunca reaccionó. mirá que más de una vez se podía haber levantado y haberle puesto un castañazo al que le había hecho el ful, o a la vuelta siguiente encajarle un codazo, pero él... nada che. Una niña. Un duque el Pedro. Claro, ¿cómo no lo iban a querer? Los contrarios, los compañeros, todos. Pero... ¿querés que te diga? No sé si era cariño, cariño. por ahí era respeto, más que nada. Respeto. ¿viste? Porque mirá que yo lo conozco al Pedro y te digo que no es un tipo demasiado fácil para acercarse, para hablar, para... ¿cómo te digo?... para que se te franquee. ¿Viste? No es un tipo que va a venir y sin que vos le preguntés nada te va a contar de algún balurdo que tiene, algún fato afectivo... no, no es de esos. Es un tipo más bien reconcentrado que, a veces, para que te cuente qué le pasa, la puta, se lo tenés que preguntar mil veces, y eso que a mí me conoce mucho.
Incluso yo a veces le decía: “No dejés que te peguen” porque me daba bronca ver cómo la ligaba y se quedaba muzarella. “No dejes que te peguen, Pedro” le decía. “Poneles una quema, meteles una buena plancha, a ver si así te van a entrar tan fuerte”.
Y me decía que no, que es muy jodido pegar siempre siendo delantero. Sí, andá a decirle al Pepe Sasía eso, andá a decirle al cordobés Willington que no se puede pegar siendo delantero. O al negro Pelé, sin ir más lejos, que tiene el record de tipos quebrados. Andá a decirle al Pepe Sasía que a los delanteros les es más difícil pegar. El Pepe te metía cada hostiazo que te arrancaba la sabiola. Le bajaba cada plancha a los fulbá que te la voglio dire. Pero al Pedro qué le iba a pedir eso. Si ni cuando se armaban esos bolonquis de todos contra todos o esos entreveros con el referí en el medio, que son ¿sabe qué? pa repartir tupido, son una uva, él se quedaba a un costado, con los bracitos en la cintura, ni se acercaba. Y en esos entreveros no hay peligro ni de que te echen, ahí te meten esos puntines en los tobillos, o te tiran del pelo, te meten los dedos en los ojos o te african un cabezazo y vale todo. Nadie vio nada. Que siga la joda. Y no era que el Pedro no se metiera de cagón, ¿eh? Porque eso sí, de cagón nunca tuvo un carajo. Un tipo que se mete en el área como se mete el Pedro, oíme, a un tipo de esos ni en pedo lo podés catalogar de cagón.
Pedro no se calentaba. Tenía eso. No se calentaba. No era un tipo que se podía calentar. Lo fajaban y se quedaba en el molde. Y la hinchada lo quería, sí, pero nada más. Cuando salía de los vestuarios, después del partido, las palmaditas, “Bien Pedro”, “Buena Pedrito”. pero ahí nomás. A veces algún cantito. O no lo puteaban demasiado cuando perdían. El Pedro siempre normal, en siete puntos, seis puntos, como diría el Flaco.
¿Sabés cuál era la cagada del Pedro? Yo lo estuve pensando. Era muy lógico. Mirá vos, era muy lógico. Nunca decía algo fuera de la lógica. Todo era, digamos, criterioso. Pensando. Lógico, todo era lógico. Me acuerdo que íbamos a jugar contra Boca, en Buenos Aires, y le preguntan qué pensaba del partido. Y él contesta que lo más probable era que perdiéramos. Que con un empate estábamos hechos. ¡Por supuesto que lo más probable cuando salís de visitante es que te hagan el hoyo, y no en cancha de Boca, en cualquiera.
Pero, viejo, qué sé yo, agrandate, decí: “les vamos a romper el culo”, “les vamos a hacer tricota”, qué sé yo. No te digo siempre, pero alguna vez, andá en ganador. No, el Pedro siempre con la justa: “La verdad que nos van a ganar”. “Si sacamos un empate estamos hechos”. “La lógica es que nos rompan el orto”.
Claro, desde un punto de vista razonable, todo lo que él decñaraba era cierto. No se le podía discutir. O cuando se perdía. Era lo mismo que cuando lo fajaban. Siempre estaba de acuerdo con el resultado. “Nos ganaron bien”, “jugando así nosotros, era lógico que nos ganaran”, “nos tendrían que haber hecho más goles”. Nunca se enojaba. Era como cuando lo fajaban los defensores. Se la bancaba siempre. Nunca ibas a leer declaraciones de que les habían afanado el partido, que los habían cagado a patadas, que les habían cagado a patadas, que les habrían cobrado un gol en offside. Nunca. ¡Te imaginás! Fue premio a la caballerosidad deportiva como mil veces.
Y cuando se armó la primera vez este fato con la mina ésa, también. Porque tampoco el Pedro era un tipo que le podías buscar una fulería en su vida privada.
Padres macanudos, ningún problema con los viejos, y la Isabel, la noviecita de toda la vida. Y pará de contar. Ni jodas, ni calavereadas, ni un chancletazo por ahí. Nada. Fue cuando le inventaron el fato ese con la Mirna Clay, la cabaretera esa. ¡Mirá vos! Justamente a Pedro venirle a inventar que se encamaba con esa mina. Al Pedro, que la Isabelita lo tenía más marcado que los fulbás contrarios. Y además, ni falta hacía marcarlo, porque para eso era un nabo. Pero vos viste que hay periodistas que ya no saben qué carajo inventar y armaron todo el verso ese de que el Pedro andaba con la Mirna Clay. ¡El quilombo que se armó! ¡Para qué! El Pedro, ahí sí, fue a la revista, chilló, tiró la bronca y los ñatos de la revista pegaron marcha atrás y desmintieron todo. Que habían sido rumores, que eran todas mulas, en fin. La cosa que el Pedro se quedó tranquilo. Y fijate que ahí yo estuve a ponto pero a punto de decirle algo, pero me callé la boca.
Dijo: “callate Negro, que por ahí la embarrás” y me callé bien la boca. Yo los conozco mucho a los viejos, a la Isabelita, ¿sabés? y preferí quedarme en el molde.
Pero mirá vos, para el tiempo, y esta otra revista empieza con la misma milonga. Con otra mina pero con la misma milonga. Ahora con la loca ésta, la Ivonne Babette, pero con el mismo verso. Que los habían visto juntos, que parecía que el Pedrito se la movía, que qué sé yo. Para colmo la mina ésta que debe ser más rápida... una luz la mina... agarró el bochín y empezó con que estaban perdidamente enamorados, que Pedro era el único amor de su vida, en fin. Se ve que armaron el estofado a partir de esa foto que salió cuando el equipo tenía que viajar a Perú y les sacaron una foto en el aeropuerto cuando justo estaba la reventada ésta que también viajaba en el mismo avión.
Para colmo la mina sale al lado de Pedro. Eran como mil en la delegación pero dio la puta casualidad que esta mina sale junto al Pedro. Y se ve que ahí armaron el estofado. Qua a la mina le viene macanudo, mirá qué novedad.
Y ahí sí, lo agarré al Pedro y le dije: “Pedrito, no hagás declaraciones. No digás ni desmientas nada. Quedate chanta, haceme caso”. Lo corrí un poco con el verso de que él no podía prestarse a ese escándalo, que él tenía que mantenerse por sobre toda esa suciedad, que no tenía que prestarse siquiera a hablar del asunto. Que ya bastante se había ensuciado antes con el balurdo anterior con la Mirna Clay. Y el Pedro me hizo caso. Lo llamaban de los diarios y él decía que no iba a hablar del asunto. Que no insistieran. Y los periodistas, que son lerdos también, se agarraron de eso que “el que calla otorga”. Y dieron el caso como comprobado. Hasta diarios más serios hablaron del caso del Pedro con esta mina. Y la mina ¡para qué te cuento! inventó cualquier boludez para darle manija al asunto. Cuando el Pedro quiso parar la cosa, ya era demasiado grande y tuvo que quedarse en el molde.
Eso habrá durado un par de semanas. La Isabelita se enojó con el Pedro y casi lo manda a la mierda, los diarios dijeron que esa pelota confirmaba el enganche del Pedro con la Babette ésta, en fin, un quilombo impresionante.
Al domingo siguiente, tenían que jugar en buenos Aires un partido chivo contra Vélez. Y al Pedro lo marca Carpani, un hijo de mil putas que le pega hasta a la madre y este Carpani lo empieza a cargar. Le decía: “¡Qué mierda te vas a voltear vos a esa mina, si vos en tu vida te volteaste ninguna!”, “ya que sos tan macho animate a entrar al área que te voy a romper la gamba en cuatro pedazos”, esas cosas. Y le tocaba el culo. Al final el Pedro, mirá como estaría, le pegó semejante roscazo que le arruinó la jeta. Le puso una quema en medio de la trucha que lo sentó de culo en el punto del penal. ¡Te imaginás lo que fue eso! Que al terrible Carpani, el choma que se comía los pibes crudos, el patrón del área, le pusieran semejante hostia en la propia cancha de Vélez, en el Fortín de Villa Luro. Lo tuvieron que sacar en camilla porque quedó boludo como media hora. Y a Pedro, más bien, tarjeta roja y a los vestuarios. Por primera vez en la vida. pero después me contaba, los de Vélez lo miraban pasar para las duchas y no decían nada, lo miraban nomás. Hasta hubo uno que le dio la mano.
Le dieron pocos partidos. Y volvió en cancha nuestra, contra la lepra. Y ahí se confirmó mi teoría. Era un mundo de gente. Muchos habían ido por el partido, pero muchos habían ido para verlo al Pedro. ¡Y cuando entró... se venía abajo la tribuna, mi viejo! “Y coja, y coja, y coja Pedro, coja” cantaban los negros. Era una locura. “Y pegue, y pegue, y pegue Pedro pegue”. Como será que hasta el Pedro se emocioná y se apartó y se apartó de los muchachos para saludar a la hinchada con los dos brazos en alto. Una locura. Ahí empezó a ser ídolo. Ahí empezó. Aunque no me lo reconozca porque nunca volvió a darme demasiada perfecto, viejo. Si no tenés ninguna fulería, si no te han cazado en ningún renuncio... ¿Cómo mierda la gente se va a sentir identificada con vos? ¿Qué tenés en común con los monos de la tribuna? No, mi viejo. Decí que el Pedrito se apioló tarde de cómo viene la mano.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

“Crónica de un secuestro”, de Mario Diamend


“Crónica de un secuestro”, de Mario Diamend
1-    Buscá información sobre “realismo argentino”, leéla y hacé un resumen. Citá la fuente de donde la obtuviste.
2-    Buscá en el diccionario el significado de  las palabras que necesites.
3-    ¿Por qué Crónica es una obra de teatro? Respondé utilizando los siguientes conceptos: Diálogo, representación, drama, ficción.
4-    En el desarrollo de la obra se plantea una visión del mundo dicotómica. Hacé un cuadro  entre esas dos visiones y buscá en el texto cómo  quedan cuestionadas y desestimadas.
5-    Explicá la importancia de este parlamento: “Pedro: -¡Pedazo de idiota! ¡Si yo hubiese querido su dinero de mierda, lo hubiese tenido hace tiempo!” (Pág. 25)
6-    Caracterizá a los tres personajes de la obra (características físicas, valores, sentimientos).
7-    ¿Cuál es el conflicto, el tema  de la obra de teatro?
8-    Citá un parlamento donde quede expuesta la visión de la vida que tiene Morel (Pág. 43).
9-    ¿Por qué Morel no comparte la idea de pagar 10 millones?
10-¿Cómo logró Morel su “posición en la vida”? ¿Cómo y por qué los secuestradores se lo cuestionan?
11-¿Qué opinión te merece el desenlace de Crónica de un secuestro?

lunes, 27 de agosto de 2012

“El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez Parte 3


“El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez Parte 3
1.      ¿El tiempo de la narración sigue el orden cronológico? ¿Por qué?
2.      ¿Cómo imaginó Tránsito Ariza que podía “curar” a su hijo? ¿Qué hizo al respecto?
3.      A- Rosalba es una viuda que desvirginizó al doctor Juvenal Urbino en el camarote del buque.
B- Rosalba es una viuda que desvirginizó a Florentino Ariza en la cama de su casa.
C- Rosalba es una viuda que desvirginizó al doctor a Florentino Ariza en el camarote del buque.
4.      Qué significa la siguiente frase. “…Siempre con la esperanza de encontrar algo que fuera como el amor, pero sin los problemas del amor” (pág. 199).
5.      ¿Cómo  trataban las “damas de alcurnia” a Fermina Daza cuando la conocieron? ¿Cómo y por qué cambió el trato?
6.      ¿Cómo fue la luna de miel? Sin copiar el fragmento, describila.
7.      ¿Por qué se casó el doctor Juvenal Urbino con Fermina Daza?
8.      Explicá la frase: “Lo único que me duele  de morir es que no sea  de amor”.
9.      ¿Cuál era el drama de Florentino Ariza mientras fue calígrafo de la Compañía Fluvial del Caribe y cómo sublimaba ese mal?
10.  ¿Quién es Ausencia Santander?
11.  ¿Quién, dónde y por qué escribió “esto les pasa por andar tirando”?
12.  ¿Qué situación se dio en el Manicomio de la Divina Pastora? (pág. 241)

jueves, 2 de agosto de 2012

“Made in Lanús”


Evaluación de Lengua y Literatura; “Made in Lanús”
Nombre:                                                                                              Curso:
Forma de entrega: impresa. El trabajo es estrictamente personal
Teoría:
1)       A partir de los textos teóricos, justificá porqué “Made in Lanús” es un texto dramático. Tené en cuenta para esta respuesta: forma de escritura, didascalias, escenografía, escenas, entre otros elementos.
2)      Completá la respuesta.
A-     “Made in Lanús” pertenece al género _________________ porque está en escrito en forma de   ____________ y nos enteramos del contenido de la obra a través de los ____________.
3)      Buscá  el programa  de  “Made in Lanús” (desde el director al iluminador) y elaborá un afiche posible de publicidad; podés guiarte con internet pero tiene que ser personal.
Análisis literario:
4)      El personaje de Yoly es, en general, ingenuo, pero en un momento de la obra opera un cambio que significa un quiebre personal y en “Made in Lanús”. Identificá ese instante en el texto justificándolo con una cita y explicá en qué consiste.
5)      En la escena clave de “Made in Lanús”, los cuatro personajes toman distintas posturas, uní con números las características que les corresponde:
Mabel        Descree de  su sentimiento de nacionalidad y sus posibilidades de progreso en Argentina.
Negro        Confía en que, más allá de que sabe que la situación económica es difícil, el  desarrollo  de su  vida es en Argentina porque es factor cultural es clave para la felicidad.
Osvaldo     Asume que hay una escisión entre el  querer y el poder.
Yoly            Su enojo con la Argentina es más producto de la postura de ciertas personas que la distancia con el país, de hecho sigue ligada afectivamente a éste.
6)      Explicá qué significa y qué importancia tiene en la obra el parlamento de Yoly cuando le dice al Negro que acá es “El  Negro…”
7)      Averiguá el significado del término “malinchista” y respondé si te parece que en algún momento El Negro tiene una actitud de esa característica. Si es así, justificá con una cita donde quede expuesto este comportamiento.  
8)      Osvaldo tiene una contradicción esencial, interna, muy profunda.  ¿Cuál es y por qué  se sienten así?
9)      Leé la descripción de la escenografía y desarrollá qué te parece que quiere transmitir con esos elementos  la autora.
10)  “Made in Lanús” es una obra constante actualidad, elegí uno de los siguientes momentos históricos y desarrollá porqué se puede aplicar a esa realidad.

A-     Argentina 2001
B-      Europa (España, Grecia) en la actualidad.
11)  A partir de la comparación del texto y la película, desarrollá en no menos de 10 líneas un texto argumentativo sobre cuál de los dos te gustó más.
12)  “Lo que allí se expresa tiene una clara función social. Las obras de este tipo tienen un desarrollo dramático coherente, una tesis realista y una mirada final que la replantea”, dice la teoría del teatro realista  argentino. Fundamentá esta afirmación con material de Made in Lanas.
13)  ¿Los personajes de Made in… tienen las características propias de aquellos que pertenecen al teatro realita? ¿Por qué?
14)  Buscá en Made in… ejemplos que fundamenten que “los vestuarios y la escenografía son rigurosos y fieles a la realidad”.

miércoles, 25 de julio de 2012

"Historieta y Cómic", presentaciónen teórica.

Buscar en www.juntadeandalucia.es el PowerPoint sobre 1. Los Lenguajes: Icónico, Textual y Tipográfico en Cómics e Historietas. ... UNIVERSIDAD DE PANAMÁ. FACULTAD DE ... 3. INTRODUCCIÓN. El lenguaje icónico es el lenguaje de las imágenes, ya sean éstas fijas o en movimientos.

Cine: Material teórico: "Tipos de planos"

http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/tiposdeplano.htm

“El amor en los tiempos del cólera”, de G. García Márquez. Segunda Parte


“El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez. Segunda Parte

  1. ¿Quién es Aminta Dechamps? ¿A qué nivel socioeconómico pertenece? Justificá.
  2. Explicá la siguiente frase: “El arzobispo le hizo notar al doctor Urbino que aquel era en cierto modo un almuerzo histórico: allí estaban por primera vez juntos en una misma mesa, cicatrizadas las heridas, los dos bandos de las guerras civiles que habían ensangrentado al país desde la independencia.”
  3. ¿Quién es Digna Pardo y qué hecho trascendental presenció?
  4. ¡Cómo se había dado a conocer en el país el, por  aquellos tiempos,  joven doctor  Juvenal Urbino?
  5. ¿Qué hechos importantes logró para su sociedad y qué posiciones importantes supo ocupar?
  6. ¿Cuáles son aquellos dos actos que no parecían acordes con su imagen y por qué?
  7. ¿Cómo tomó el pueblo la muerte del doctor Juvenal Urbino?
  8. ¿Cómo podés describir el amor que se profesaron el doctor Juvenal Urbino y Fermina Daza? 
  9. ¿Cómo se la vio desde el primer momento de la muerte de su marido a Fermina Daza?
  10. ¿Quién “iba a estar más presente ni había de ser útil que él en las urgencias de aquella noche? ¿Qué lugar social ocupaba?